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Argentina: Una terrible historia de prostitución iniciada por sus propios padres


22/03/2018 - 11:32:42
Clarín.- Lo peor es que no puedo hacer nada!", grita Paula con furia, como recriminándole a la vida tanto dolor en apenas 30 años. Justo ella, que es abogada, siente que la Justicia le dio un cachetazo, de esos que lastiman más por quién lo da que por la fuerza del golpe. Está destrozada, quebrada, cansada...

Seis meses le duró la paz de poder caminar tranquila por la calle a esta mujer que le hizo juicio a sus padres por obligarla a prostituirse, que logró enviar también a sus dos explotadores sexuales a prisión y que buscó a su abusador por 13 años hasta que lo mandó preso. Pero ahora se acaba de enterar que la Sala I de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal le otorgó a ese hombre la libertad condicional.

Se trata de Alberto Pampín (57), el empresario del mundo del espectáculo con vínculos K que fue detenido en agosto de 2014 tras permanecer un año prófugo de la Justicia luego de que la Corte Suprema confirmara la condena a 5 años de cárcel por promoción de la prostitución de menores.

Pampín era el ‘cliente especial’ de los "privados" donde Paula -que no es su verdadero nombre- era explotada a los 14 años, y al que estaba obligada a ‘complacer’, incluso a consumir drogas con él. “Había que atenderlo mejor que a otros porque iba seguido y dejaba mucho dinero. Además, la recepcionista me había pedido que intentara no contradecirlo en sus pretensiones para no perderlo”, le supo contar a esta diario tras el arresto del empresario, allá por 2014.

Paula no tuvo una infancia feliz, mucho menos disfrutó su adolescencia y pasó por tres intentos de suicidio. Sus propios padres, e incluso su tía, cambiaban sus favores sexuales por dinero desde que ella tenía 4 años. Luego, fue entregada a los 14 años a dos proxenetas bajo una amenaza cruel: que su hermana menor correría la misma suerte si ella se negaba a prostituirse, y a mandar la plata a casa, por supuesto.
La paz. Paula, en septiembre pasado, cuando esperaba frente a la Alcaldía de Tribunales para ver en persona el traslado del último prófugo: Osvaldo Aníbal Valdez. (Diego Waldmann)

Pero ella un día decidió contar lo que vivía en el colegio, al que nunca dejó de ir: “No entendía por qué la directora lloraba mientras me escuchaba”. Y así fue liberada. Ahí comenzó su lucha para meter presos a todos los culpables.

En 2005, en un caso inédito, la Justicia la habilitó para querellar a sus propios padres. Cinco años después, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 17 los condenó a 10 años de cárcel por "abandono de persona agravado por el vínculo".

Los proxenetas Osvaldo Aníbal Valdez y Hugo César Peña recibieron penas de 8 años por promoción de la prostitución, y por ese mismo delito le cayeron 5 años a Pampín, ya que quedó involucrado porque pagaba con cheques los servicios de Paula. El fallo fue confirmado por la Corte Suprema en 2013, pero el empresario, Peña y Valdez se fugaron e Interpol salió a su caza.

Pero fue clave que Paula no se rindió. En 2014, primero cayó Peña y fue ella quien dio con Pampín en su empresa de iluminación, la misma que supo darle luz al acto por el Bicentenario en 2010, al Festival de la Democracia de 2012 y a la Fiesta de la Vendimia. Y el "cliente especial" fue preso.

El año pasado, también por la tenaz lucha de esta mujer que está por cumplir 31 años y se hace cargo de su hermana menor, dio con Valdez. Habían pasado 16 años del inicio de su lucha y al fin hallaba la paz.

La desilusión

Fue tan sólo un semestre de paz. “Ver cómo cuatro fojas se llevaron la lucha de mi vida me parece injusto”, es lo poco que puede articular Paula en diálogo con Clarín tras conocer la noticia de que Pampín está libre porque Casación dio un dictamen favorable al pedido de la condicional.

Paula se enteró un día después del fallo y aún no encontró fuerzas para leerlo. Previamente, ella intuía que esto podía pasar en cualquier momento.

“Me quiero morir, no me lo esperaba. Tanta lucha para que lograra una condena y ni siquiera consideraron los informes psicológicos, y que no admitió el delito”, intentó explicar sus sentimientos aún con la voz llena de un llanto que la atraviesa desde que conoció la noticia.

Ella sabía que Pampín, tras dos años preso en Marcos Paz, en julio de 2016 había solicitado las salidas transitorias y se las negaron.

El Juzgado Nacional de Ejecución Penal N° 1, a cargo de José Pérez Arias, el 14 de septiembre del año pasado le rechazó el beneficio basado en los informes de un equipo interdisciplinario. Justo cuando ella celebraba el arresto de Valdez, el último prófugo del caso.

Según los profesionales que evaluaron a Pampín en la cárcel, el empresario no muestra “una actitud crítica respecto a la prostitución, en cuanto ejercicio de poder, acto de violencia en sí mismo, que implica una desigualdad de género, consistente en rebajar a la mujer a una condición de uso, cosificándola. Si bien reconoce el motivo de su detención, justifica los hechos que se le atribuyen, atenuando su responsabilidad... No se registra conciencia del daño causado a la víctima”.

Pérez Arias instó entonces a que Pampín siguiera el tratamiento en el penal de Marcos Paz, donde estaba alojado, en un claro rechazo a la condicional. El empresario apeló la medida.

Y el 16 de marzo, la Sala I, en un fallo por mayoría de los jueces Luis Fernando Niño y María Laura Garrigós de Rebori, y con la abstención de Gustavo Bruzzone, revocaron ese fallo. Los magistrados adujeron que el condenado ofreció “continuar” la terapia “que las autoridades consideren más adecuada en forma privada”. Obtuvo la libertad tres días después.

Y Paula tiene mucho miedo porque, mientras Pampín intentaba en vano las salidas transitorias y la libertad condicional, ella fue noqueada en la calle, amenazada, hostigada en su casa aún cuando se mudó para que eso no pase y hasta le dieron botón antipánico. Obviamente, lo denunció con nombre y apellido. Está segura que quisieron amedrentarla.

“Y ahora resulta que no voy a poder ir a tomar ni un café porque me lo puedo encontrar. Es una persona libre, como si nada hubiera hecho... Estoy destrozada, no puedo entenderlo”, se quejó antes de admitir que ahora es ella la que se siente presa.

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