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El Gobierno de Evo Morales es el más conflictivo de la historia boliviana




03/02/2012 - 03:49:58

La Paz.- El gobierno del presidente Evo Morales, es el m�s conflictivo de la historia boliviana, seg�n un estudio de la Fundaci�n Milenio enviado a nuestra redacci�n.

El informe dice que con 884 nuevos eventos conflictivos registrados en la prensa durante todo 2011, se alcanza un nuevo r�cord desde 1970. El anterior dur� apenas un a�o, lo que significa que la segunda gesti�n de gobierno del Presidente Evo Morales es, por mucho, la m�s conflictiva de la historia contempor�nea de Bolivia: un promedio de 2.3 conflictos por d�a en los dos a�os de su segundo gobierno.

Los datos provienen de los registros de prensa que son recogidos, clasificados y procesados por el Observatorio de Conflictos que tienen el Ceres y Ciudadan�a, dos centros de investigaciones sociales con sede en Cochabamba, y que ya han publicado abundante material anal�tico advirtiendo los costos y los riesgos para el desarrollo que entra�a la din�mica conflictiva en el pa�s.

No siempre ha sido as�. Es cierto que algunas personas consideran que el conflicto callejero es parte de la cultura pol�tica en el pa�s y que no hay otra alternativa que convivir con ella. Los datos, sin embargo, no respaldan tal percepci�n.

El grafico representa la informaci�n obtenida desde 1970, y muestra tres picos de conflictividad y dos valles de relativa quietud. Los tres picos corresponden a los gobiernos Ovando-Torres, que a comienzos de los a�os 70 agitaron el pa�s con promesas nacionalistas y promesas distributivas, Siles Zuazo, que abri� el cauce de expectativas a comienzos de los 80, y la etapa actual que, como se ve en el grafico, se inicia en la gesti�n Banzer-Quiroga y continua con Morales.

A su vez, los periodos de relativa quietud corresponden a dos etapas muy diferentes: las dictaduras militares de los 70, y los reformismos democr�ticos de los 90. La observaci�n anterior, que cubre el largo plazo de 42 a�os, muestra con bastante claridad que la intensidad de los conflictos depende en mucho de su gesti�n pol�tica. La represi�n, prevaleciente en tiempos de dictadura, no es la �nica opci�n, as� como la agitaci�n el conflicto tampoco son inevitables.

Como se observa en el grafico, la situaci�n actual comenz� en 1997, cuando el Gral. Banzer, ya en condici�n de retiro, fue elegido Presidente bajo procedimientos democr�ticos. Ya sea que �l quisiera demostrar que hab�a cambiado y no era el mismo que persigui� con sa�a a sus opositores en los 70, o que las organizaciones sociales quisieran poner a prueba su proclamada tolerancia, el hecho es que las acciones conflictivas fueron subiendo continuamente durante su gesti�n hasta alcanzar m�xima tensi�n en el a�o 2000.

En abril de ese a�o Banzer tuvo que revertir un Estado de Sitio que no pudo implementar, anulando el contrato de agua en Cochabamba que se hab�a resistido a renegociar. En septiembre, acorralado por bloqueos rurales, firm� un inviable listado de promesas. Y poco despu�s, ya en el 2001, se enfrento a un sangriento conflicto por el cierre de un mercado de coca en Sacaba. Cuando Quiroga entreg� el mando a S�nchez de Lozada en agosto del 2002, el sistema institucional estaba debilitado. Los conflictos no cesaron y fueron articul�ndose en un movimiento pol�tico que obligo a renuncias y acortamientos de mandato hasta la elecci�n de Evo Morales como Presidente.

Habiendo sido Morales protagonista de muchos de los conflictos pasados, algunos pensaron que su experiencia o su identificaci�n con las organizaciones sociales le permitir�an manejar la situaci�n y reducir los conflictos. La informaci�n muestra que ha ocurrido lo contrario.

Es verdad que la conflictividad se redujo un poco, pero nunca volvi� a la �normalidad vivida en la democracia reformista. Y, luego de la reelecci�n, los conflictos se multiplicaron hasta alcanzar los niveles actuales, que nos muestran a un gobierno prisionero de su pol�tica.

Luego de una resonante victoria en el revocatorio y de haber impuesto una nueva Constituci�n Pol�tica del Estado, logrando casi dos tercios en votos y en la Asamblea Legislativa, el gobierno ha tenido �xitos pol�ticos resonantes al remover del cargo a la mayor parte de los gobernadores de oposici�n y lograr, incluso en contra del mayoritario rechazo de la poblaci�n, el control total del �rgano Judicial.

Sin embargo, son avances sobre un sistema institucional que ha sido debilitado sistem�ticamente y que por eso tiene cada vez menos capacidad de llevar a la pr�ctica las decisiones gubernamentales. A pesar de todo el poder acumulado, no puede cambiar el precio de la gasolina, ni impedir el contrabando de ropa usada o de autom�viles. Grupos ind�genas marginales y minoritarios, como los defini� un alto funcionario, han sido capaces de revertir su decisi�n de construir una carretera por medio del parque Isiboro Sec�re, y hasta el cobro de peajes se ha vuelto materia de disputa nacional.

Todo esto es resultado de su propia politica.

Mientras los grupos m�s radicales en el gobierno pusieron en duda y debilitaron todo el sistema institucional, prometiendo reconstruir todo el andamiaje burocr�tico y legal, otros alentaron expectativas con promesas de redistribuci�n corporativa de las rentas controladas por el Estado. Como estas han subido significativamente gracias a la favorable coyuntura internacional, la ansiedad rentista se ha intensificado tambi�n, sobre todo a medida que pasa el tiempo y las promesas se postergan.

En este aspecto la actitud gubernamental ha jugado tambi�n un papel decisivo. Ha resaltado como logros de su pol�tica los super�vits fiscales y las crecientes reservas internacionales, present�ndolas como si fueran un ahorro, dando la imagen de que este pa�s de pobres tiene un gobierno muy rico. Es pues comprensible que las presiones aumenten al ritmo de la impaciencia social.

Considerando tales tendencias, el futuro se muestra dif�cil para el gobierno. La lucha por la carretera que unir�a Cochabamba y el Beni atravesando el Tipnis es una muestra. Para defender su pol�tica el gobierno se ve obligado a movilizar a sus aliados, en una confesi�n franca de que las instituciones y normas le son desfavorables o in�tiles. Y al tratar de equilibrar presiones para revertir una ley acordada con los marchistas ind�genas da nuevos justificativos para que se le reste credibilidad. La estrategia de colocarse como mediador en conflictos generados por sus propias decisiones tampoco parece la m�s aconsejable, porque la gente sabe que el poder conlleva responsabilidades que deben asumirse.

El modelo vigente de distribuci�n de regal�as estimula nuevos conflictos de l�mites a nivel departamental, como ya se ha visto en los casos de Tarija y Chuquisaca, y de Oruro y Potos�. Y el censo, tan necesario para el dise�o de pol�ticas, pondr� nuevamente en juego tensiones municipales porque de la cantidad de poblaci�n depende la coparticipaci�n tributaria.
La conflictividad no solamente limita la gobernabilidad del pa�s, tambi�n reduce sus posibilidades de desarrollo.

Un estudio realizado por Evia, Laserna y Skaperdas el a�o 2008, tomando como referencia el periodo comprendido entre 1970 y 2004, encontr� que en promedio los conflictos sociales hab�an sacrificado un punto de crecimiento del PIB por a�o. Este es un costo en crecimiento similar al que representa la mediterraneidad de Bolivia, con la diferencia de que esta es una condici�n geogr�fica (se midi� por la distancia a la costa m�s que por la disponibilidad de puerto propio), en tanto que los conflictos no son una condici�n sino el resultado de la pol�tica.

Proyectando esos par�metros a los �ltimos a�os puede estimarse el costo de los conflictos para el desarrollo del pa�s de acuerdo al grafico anterior. La l�nea gruesa muestra el crecimiento real del PIB que Bolivia ha alcanzado en la d�cada, en tanto que la l�nea sombreada muestra su potencial en caso de que no hubiera la conflictividad descrita en este documento. Esta se representa en el grafico como la l�nea roja de perdidas en crecimiento durante el periodo.

As� se explica que la bonanza exportadora y el publicitado boom de inversiones p�blicas no haya conseguido sino un modesto nivel de crecimiento, haciendo m�s lenta la reducci�n de la pobreza.

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