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El verdadero Cyrano de Bergerac, el hombre que diseñó naves espaciales en 1657




15/12/2018 - 17:46:10
BBC.- �Sab�as que la primera descripci�n de una m�quina especialmente dise�ada para viajes espaciales apareci� en un libro publicado en 1657?

Se trataba de una caja lo suficientemente grande como para alojar a un pasajero, con un techo de cristal hueco en el que unos espejos enfocaban los rayos del Sol.

El aire caliente dentro del cristal se elevaba y sal�a por un tubo en la parte superior, y para compensar entraba aire desde abajo.

Esa aspiraci�n de aire, se�alaba el inventor, impulsaba la m�quina hacia arriba.



"De repente sent� que me temblaba el est�mago, como el de un hombre levantado por un aparejo.

Iba a abrir la escotilla para descubrir la causa de esa sensaci�n, pero al estirar la mano, not� a trav�s del agujero en el piso de mi caja que mi torre ya estaba muy lejos debajo de m�, y mi peque�o castillo en el aire, empujado hacia arriba bajo mis pies, me dio una visi�n moment�nea de Toulouse hundi�ndose en la Tierra".

C�mo recuerdan la incre�ble experiencia de estar en la Luna los �ltimos 4 astronautas vivos que pusieron un pie en ella

Aunque no est� del todo claro c�mo funcionar�a esa propulsi�n impulsada por vac�o, llama la atenci�n que alguien estuviera especulando sobre viajes espaciales a mediados del siglo XVII.

�Qui�n era esa persona que imagin� un veh�culo para explorar nuevos mundos lejos de la Tierra?

Era un franc�s cuyo nombre posiblemente te sonar� conocido: Cyrano de Bergerac.

Pero no estamos hablando del personaje de nariz grande representado por G�rard Depardieu en la pel�cula con ese nombre de 1990, ni por Steve Martin en el filme de 1987 "Roxanne".


Cyrano de Bergerac fue una persona que realmente vivi� en la Francia del siglo XVII.

Y su vida fue, en ciertos sentidos, mucho m�s interesante que la del de la comedia rom�ntica.
Poeta, dramaturgo, pensador y libertino

Se llamaba Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, y realmente no ven�a de Bergerac, simplemente adopt� el elegante t�tulo porque su familia parisina ten�a una peque�a finca en Gascu�a.

Fue un soldado, jugador y duelista que se retir� de las haza�as militares a causa de sus heridas alrededor de 1639, a la edad de 20 a�os.

As� que estudi� en la universidad y, a juzgar por sus obras, estaba bien versado en los debates filos�ficos y cient�ficos de su �poca.


Ensay� muchos g�neros. Escribi� obras de teatro, de las cuales su contempor�neo Moli�re rob� una escena. Hubo s�tiras pol�ticas y hasta public� una colecci�n de cartas de amor ficticias, que se burlan de la solemne elocuencia amatoria por la que se distingue el personaje ficticio que lleva su nombre.

Pero quiz�s sus trabajos m�s exitosos fueron dos libros, llamados "Los estados y los imperios de la Luna" y su secuela, "Los estados y los imperios del Sol".

Ninguno fue publicado durante la corta vida de Cyrano, pero fueron impresos por uno de sus amigos dos a�os despu�s de su muerte en 1655.

Como la Utop�a de Tomas Moro o los Viajes de Gulliver, se burla de la civilizaci�n europea aprovechando encuentros con extra�os, en esta instancia, extraterrestres.

Pero adem�s, las fantas�as sobre los vuelos espaciales de Cyrano de Bergerac dejaron un legado cient�fico y tecnol�gico.
Cuando Galileo descubri� la Luna

Aquello de viajar a la Luna no fue una idea completamente original de Cyrano.

Desde que, en 1610, Galileo Galilei hab�a sorprendido a todos con un peque�o libro que describ�a lo que hab�a visto al girar su telescopio hacia ese sat�lite natural de la Tierra, hubo furor por visitarlo.

La Luna, hab�a anunciado el cient�fico italiano, no es la esfera suave y perfecta como el fil�sofo griego Arist�teles hab�a dicho que era. Es un mundo como el nuestro.

"Tiene monta�as y valles", dijo Galileo, "claramente evidentes en las sombras que se proyectan cuando el d�a lunar se encuentra con la noche".

Todos hablaban del nuevo mundo de Galileo, y algunos escritores lo consideraron una especie de segundo Crist�bal Col�n, un descubridor de nuevos horizontes.
El espa�ol en la Luna

El precursor m�s conocido de las ficciones de Cyrano fue un libro escrito alrededor de 1628 por un ingl�s llamado Francis Godwin, quien, dado que era obispo de Hereford, demostr� que acoger la nueva imagen del cosmos propuesta por Galileo no ten�a que estar en conflicto con las creencias religiosas.

El libro de Godwin se llamaba "The Man in the Moon" o "El hombre en la Luna". Su h�roe es un espa�ol llamado Domingo Gonsales, y viaja de una manera espectacular: enganchando un carruaje a una bandada de gansos salvajes que migran entre la Tierra y la Luna.


Hab�a quienes pensaban que realmente hab�a tales migraciones de animales, pues en ese entonces nadie sab�a que el espacio carec�a de aire.

Pero la fantas�a de la Luna de Cyrano es m�s ambiciosa.

Es una s�tira en la que las costumbres y los rasgos de las sociedades con las que se encuentra el viajero son exageraciones o inversiones de las nuestras, demostrando que, al fin y al cabo, todas son arbitrarias.

Ese es el tipo de ideolog�a que la Era de la Exploraci�n hab�a producido al desafiar las certezas antiguas.
Ir�nico e irreverente

Contamos con detalles incompletos sobre el verdadero Cyrano de Bergerac, pero a juzgar por sus libros era un personaje ir�nico, irreverente, pero tambi�n inteligente y de mentalidad amplia.

Es m�s, el intr�pido h�roe de Cyrano probablemente era un autorretrato, pues su nombre es pr�cticamente un anagrama: Dyrcona.

Dyrcona hace sus primeros viajes en una embarcaci�n hecha de botellas de roc�o, basada en la idea de que el roc�o se evapora porque hay una especie de atracci�n hacia el Sol. Ese plan falla, y se estrella en Canad�.


Sin embargo, luego logra llegar a la Luna gracias a una fuerza de atracci�n entre la Luna y la m�dula �sea que Dyrcona se hab�a frotado en sus moretones para curarlos.

Aunque eso suena como pura superstici�n medieval, es m�s bien una expresi�n de las dudas sin aclarar de la �poca.

Los fil�sofos naturales a�n no entend�an bien las fuerzas en la naturaleza.

Se pensaba, por ejemplo, que la fuerza misteriosa que hace que una br�jula apuntara hacia el norte demostraba que la Tierra misma era un im�n gigante: una idea bastante loca, que result� ser cierta.

A esos mismos protocient�ficos les desconcertaba la fuerza de la gravedad, que se parec�a al magnetismo.

Entonces, por supuesto que la Luna no atrae la m�dula �sea, pero dado que otras fuerzas invisibles de la naturaleza parec�an tan fant�sticas y extra�as, no era raro que lo consideraran.
Reto a lo sagrado

A lo largo de sus viajes, Dyrcona mantiene constantemente debates filos�ficos con otros personajes sobre ideas cient�ficas.

En Canad�, discute con el virrey si la Tierra est� en el centro del Universo, como dijo Arist�teles, o el Sol, como insist�a Galileo.

La misma nave espacial de vac�o que Dyrcona usa para ir al Sol desafiaba la idea de Arist�teles de que el vac�o era imposible en la naturaleza, un asunto que en esa �poca provocaba feroces discusiones entre los fil�sofos naturales.


A Dyrcona esa idea se la hab�a transmitido en la Luna nada menos que Domingo Gonsales, el h�roe del libro anterior de Francis Godwin, quien -en un maravilloso fragmento de meta-narrativa- aparece como una especie de mascota del gigantesco hombre-animal que gobierna la Luna.

Gonsales le confiesa a Dyrcona que dej� la Tierra desesperado pues la Inquisici�n espa�ola hab�a reprimido sus puntos de vista antiaristot�licos.
Copos de nieve en llamas

Cuando Dyrcona regresa a la Tierra, escribe "Los estados y los imperios de la Luna" y lo acusan de ser un hechicero, por lo que parte en su caja de vac�o a visitar los estados y los imperios del Sol, una "tierra tan luminosa" -dice- "que se parece a copos de nieve en llamas".

Descubre que esa luminosa tierra es el lugar al que van las almas despu�s de que la gente muere en la Tierra.

Y, mientras que la mayor�a de las almas se funden con el Sol, las de los fil�sofos sobreviven. En las �ltimas oraciones del segundo libro, que Cyrano de Bergerac nunca pudo terminar, Dyrcona inicia un di�logo con uno de los fil�sofos famosos.

"Hay muchas cosas que leemos en sus libros que nos hacen pensar "�Qu� moderno!" pero que en esa �poca eran peligrosas", le comenta a la BBC Mary Baine Campbell de la Universidad Brandeis en Massachusetts, Estados Unidos.


"En esos tiempos, la gente estaba interesada en la gravedad, pues quer�an salir del planeta pero sab�a que hab�a algo que no lo permit�a.

"Aunque algunos de los m�todos que Cyrano inventa para Dyrcona son c�micos -como el de las gotas de roc�o-, otros -como la nave propulsada por cohetes que se iban encendiendo en etapas, y botaba las partes quemadas a medida que avanzaba-, resultaron ser cosas que ahora sabemos que funcionan.

"Adem�s, hay datos sorprendentes, como cuando a Dyrcona le falta un cuarto del viaje para llegar a la Luna, y nota que es esta la que lo est� halando. Eso, adem�s de ser preciso matem�ticamente, es muy interesante porque implica pensar que la atracci�n de la gravedad de la Tierra no es �nica y que otros cuerpos pueden tenerla.

"Pero al escribirlo estaba insinuando una vez m�s que posiblemente la Tierra no era el centro del Universo.

Anotaciones de ese estilo hoy nos entretienen y asombran pero en la �poca eran potencialmente peligrosas".

No obstante, Cyrano de Bergerac no muri� por sus ideas.

Fue v�ctima de una viga suelta que le cay� en la cabeza cuando ten�a 36 a�os

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