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Medicina: 7 de los casos más extraños y curiosos de su historia




08/12/2018 - 11:41:02
BBC.- La historia de la medicina puede ser tan extra�a como fascinante.

El experiodista de la BBC Thomas Morris lo sabe bien.

En su libro "El misterio de los dientes que explotaban y otras curiosidades de la historia de la medicina" (Penguin, 2018), revela siete de los casos m�s extra�os en los anales m�dicos.

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Aqu� te mostramos un resumen:
1. Los dientes que explotaban

Hace 200 a�os, un cl�rigo de Pennsylvania, Estados Unidos (identificado solo como "el Reverendo D.A.") comenz� a padecer un dolor de muelas insoportable.

Fuera de s� por la agon�a, hizo todo lo posible para aliviar el dolor: correr por su jard�n como un animal enfurecido, golpearse la cabeza contra el suelo y hundir la cara en agua helada.

Desafortunadamente, todos esos intentos fueron en vano.

A la ma�ana siguiente, el cl�rigo caminaba de un lado a otro por su estudio, agarr�ndose la mand�bula, cuando de repente "un estruendo agudo, como un disparo de pistola, rompi� su diente en pedazos, d�ndole un alivio instant�neo".

El horrible y misterioso caso de los dientes que explotaban con violencia

Extra�amente, la explosi�n del canino del sacerdote fue el comienzo de una epidemia de dientes explosivos que eventualmente ser�a reportado en una revista dental bajo el llamativo t�tulo: "Explosi�n de los dientes con un informe audible".

Al parecer, el dolor de muelas de una mujer joven termin� de forma espectacular cuando su muela adolorida estall� con tal violencia que casi la derrib�, ensordeci�ndola durante varias semanas.

�Qu� pudo haber causado estas explosiones dram�ticas? Los expertos propusieron numerosas teor�as, que iban desde cambios bruscos de temperatura hasta los productos qu�micos utilizados en los primeros empastes.

Ninguna de estos argumentos, sin embargo, fue particularmente convincente, por lo que el caso de los dientes que explotaban sigue sin resolverse hasta la fecha.
2. El marinero traga cuchillos

En 1799, un marinero estadounidense de 23 a�os llamado John Cummings desembarc� para pasar la noche con sus compa�eros en el puerto franc�s de Le Havre.

All�, el grupo vio a un mago que entreten�a a una gran audiencia pretendiendo que tragaba cuchillos.

M�s tarde esa noche, Cummings, que ya estaba muy borracho, se jact� de que pod�a tragar cuchillos "igual que el franc�s". Animado por sus amigos, el temerario marinero se meti� su cortaplumas en la boca y se lo trag�.


Cuando un espectador le pregunt� cu�ntas navajas pod�a tragarse al mismo tiempo, Cummings respondi�: "�Todos los cuchillos a bordo de la nave!", antes de consumir tres m�s.

Fue una haza�a impresionante, si bien fue una idiotez. Aunque Cummings no intent� tragar m�s cuchillos por seis a�os, en 1805 quiso lucirse en una fiesta y repiti� su actuaci�n frente a un grupo de marineros.

Pero no pas� mucho tiempo hasta que Cummings comenz� a sufrir los efectos negativos de su "dieta" poco ortodoxa.

Un terrible dolor abdominal hizo que comer se volviera cada vez m�s dif�cil y comenz� a morir de hambre.

Finalmente falleci� en 1809 despu�s de una larga enfermedad.

Sus m�dicos, que no hab�an cre�do su historia de que hab�a comido cuchillos, quedaron inicialmente desconcertados, hasta que diseccionaron su cuerpo y se asombraron al descubrir los restos corro�dos de m�s de 30 cuchillos dentro de su est�mago e intestinos, uno de los cuales incluso perforaba su colon.
3. La cura de anca de paloma

Los m�dicos del siglo XIX empleaban una amplia gama de remedios extra�os, pero pocos eran tan extra�os como el recomendado por el m�dico alem�n Karl Friedrich Canstatt.

El eminente especialista en enfermedades infantiles daba la siguiente receta para tratar las convulsiones infantiles: "Si uno sostiene el anca de una paloma contra el ano del ni�o durante el ataque, el animal muere pronto y el ataque cesa con la misma rapidez".

Fue una idea exc�ntrica y, curiosamente, el doctor Canstatt no fue el �nico m�dico que cre�a que funcionaba.

Cuando el director del Hospital Infantil de San Petersburgo, Dr. JF Weisse, fue convocado para tratar a un ni�o que estaba gravemente enfermo, una noche en agosto de 1850, tuvo poco �xito con los medicamentos convencionales.

Desesperado, pidi� a los padres que consiguieran una paloma. "Despu�s de que el ave se aplic� al ano del ni�o", anot� en un diario m�dico, "jade� para respirar varias veces, cerr� los ojos peri�dicamente, luego sus pies se contrajeron en un espasmo y finalmente vomit�".

El ni�o se recuper� milagrosamente, aunque no se puede decir lo mismo de la paloma: despu�s de rechazar su comida, muri� unas horas despu�s.

Cuando las noticias sobre la "cura de anca de paloma" llegaron a las revistas m�dicas de Londres, causaron muchas risas.

Pero Weisse ignor� las burlas e inst� a una mayor investigaci�n: "Los experimentos con otras aves de corral son necesarios", escribi�, aparentemente en serio.
4. El soldado que removi� su propio c�lculo de vejiga

El coronel Claude Martin era un soldado del siglo XVIII que pas� gran parte de su vida trabajando para la Compa��a Brit�nica de las Indias Orientales.

Adem�s de disfrutar de una exitosa carrera militar, trabaj� como cart�grafo, arquitecto y administrador. Se convirti� en el europeo m�s rico de India y tambi�n construy� (y vol�) el primer globo aerost�tico del pa�s.

Pero lo que es menos conocido de Martin es que fue la primera persona que realiz� -y que se someti�- a un procedimiento m�dico que m�s tarde ser�a conocido como litotricia.


Cuando desarroll� los s�ntomas de un c�lculo en la vejiga, en 1782, Martin decidi� no visitar a un m�dico, d�ndose cuenta de que una operaci�n para extirparlo ser�a extremadamente dolorosa.

En cambio, el valiente franc�s tom� el asunto en sus propias manos.

Martin dise�� un instrumento especial hecho con una aguja de tejer y un mango de ballena. Luego insert� este instrumento casero en su propia uretra y dentro de su vejiga, y rasp� la piedra poco a poco.

Encima de eso, el coronel repiti� el horrible procedimiento hasta 12 veces al d�a, durante seis meses.

Sorprendentemente, funcion�: al final de ese per�odo sus s�ntomas hab�an desaparecido.

Cincuenta a�os despu�s, algo muy similar a la t�cnica de Martin se convirti� en un m�todo est�ndar para el tratamiento de c�lculos en la vejiga, gracias a la investigaci�n pionera de cirujanos en Par�s, que aparentemente desconoc�an lo que hab�a hecho el coronel.

Martin no solo fue el primero en realizar el procedimiento, m�s tarde conocido como litotricia; tambi�n fue el primer paciente en someterse a esta operaci�n.
5. El cuento del molinero

El 15 de agosto de 1737 un joven llamado Samuel Wood estaba trabajando en uno de los molinos de viento en la isla de los Perros en Londres.

Caminando en busca de otra bolsa de ma�z, no se dio cuenta que ten�a una soga colgando.

Al pasar frente a una de las grandes ruedas de madera, la cuerda qued� atrapada en uno de los engranajes y antes de saber lo que estaba sucediendo, vol� por el aire y cay� bruscamente al suelo.

Al levantarse Wood no sinti� dolor, excepto por un ligero hormigueo en su hombro derecho. Y entonces vio un objeto inesperado enganchado en la rueda: un brazo amputado.

�Su brazo!, se dio cuenta con horror.


Mostrando una compostura admirable, logr� bajar por una escalera estrecha y luego caminar hasta la casa m�s cercana para pedir ayuda.

Perder una extremidad no es un asunto trivial: la lesi�n de Wood fue tan dr�stica que los m�dicos que trataron al joven tem�an un desenlace fatal. Pero se sorprendieron al ver que el brazo hab�a sido arrancado tan limpiamente que la vida de su paciente no corr�a peligro.

Wood se recuper� de su percance en cuesti�n de semanas y se convirti� en una especie de celebridad: las tabernas locales incluso vend�an im�genes del hombre que hab�a sobrevivido cuando un molino de viento le arranc� el brazo.

En noviembre de 1737, tres meses despu�s del accidente, Samuel fue llevado ante la Royal Society como una curiosidad viva, con su brazo amputado, ahora conservado en alcohol, que tambi�n se present� para que los cient�ficos reunidos lo examinaran.
6. Babosas en su est�mago

En el verano de 1859, una ni�a de 12 a�os de Londres llamada Sarah Ann comenz� a quejarse de sufrir n�useas. Sus s�ntomas no eran graves y sus padres no se preocuparon hasta que una tarde vomit� una gran babosa de jard�n, que fue descrita como "viva y muy activa".

Sarah Ann luego vomit� siete babosas m�s, de varios tama�os, pero todas vivas, y sus padres decidieron que probablemente era hora de buscar atenci�n m�dica.

Cuando le preguntaron si hab�a comido algo inusual, la ni�a le dijo al m�dico que le gustaba comer las lechugas del jard�n.


El m�dico concluy� que, sin saberlo, se hab�a tragado a una familia de babosas j�venes que hab�an crecido hasta la madurez dentro de su est�mago por varias semanas.

Tambi�n not� que Sarah Ann ten�a una sola mano, algo que �l atribuy� al hecho de que su madre hab�a sido "asustada por un puercoesp�n" durante el embarazo.

La historia de las babosas parec�a inveros�mil y algunos expertos sugirieron que la ni�a deb�a estar fingiendo: "�Puede la babosa del jard�n vivir en el est�mago humano?", se preguntaba en un titular de la revista cient�fica The Lancet.

JC Dalton, un profesor de fisiolog�a de Nueva York, decidi� averiguarlo. Realiz� una serie exhaustiva de experimentos que involucraron mojar babosas vivas en �cido estomacal para ver qu� suced�a.

Todas las criaturas murieron en cuesti�n de minutos y fueron digeridas completamente varias horas despu�s, y el profesor concluy�, razonablemente, que no; las babosas no pueden vivir en el est�mago humano.

Entonces, �qu� estaba mal con Sarah Ann? Parece probable que su enfermedad fuera m�s mental que f�sica.

Pero sea lo que sea lo que la afligi�, ciertamente no fue una familia de moluscos que viv�a en su est�mago.
7. Una molestia ardiente

La halitosis, tambi�n conocida como mal aliento, es una condici�n inc�moda y vergonzosa, pero rara vez es peligrosa.

En 1886, un hombre de Glasgow, cuyo nombre se desconoce, que hab�a estado sufriendo de mal aliento durante aproximadamente un mes, desarroll� un nuevo s�ntoma preocupante.

Al despertarse en medio de la noche, prendi� un f�sforo para mirar su reloj. Cuando intent� soplarlo, su aliento se prendi� fuego, causando una tremenda explosi�n.


Su esposa se despert� de inmediato y encontr� a su esposo escupiendo fuego como un drag�n disp�ptico.

El m�dico del hombre nunca hab�a escuchado algo similar y al principio nadie sab�a qu� podr�a haber causado este fen�meno inusual.

Pero luego otro m�dico escoc�s, James McNaught, se encontr� con un paciente tan afectado por eructos combustibles que tuvo que dejar de fumar por temor a incendiar su casa.

Al pasar un tubo dentro del est�mago del hombre, el doctor McNaught pudo analizar el contenido. Descubri� que una obstrucci�n en el intestino hac�a que el contenido del est�mago del hombre se fermentara, produciendo grandes cantidades de metano inflamable.

Aunque es potencialmente peligroso, este estado tambi�n sirvi� como truco divertido.

En la d�cada de 1930, un paciente intent� encender un cigarrillo mientras jugaba un juego de bridge, pero se sinti� abrumado por la necesidad de eructar.

Como inform� una revista m�dica: "Al estar en compa��a intent� hacerlo discretamente a trav�s de la nariz; dej� electrificados a sus acompa�antes cuando produjo dos llamas que sal�an de sus fosas nasales".

�Qu� podr�a ser m�s discreto que eso?

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