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Nuestro sexto sentido es el numérico




18/11/2018 - 18:32:44
ABC.- Hace mucho, mucho tiempo��. As� comienza siempre una narraci�n prometedora, un cuento al que nos entregamos incondicionalmente, sobre todo si confiamos en las habilidades de quien pone voz, ilustra o firma tan sugerentes palabras. Este cuento, el que les quiero contar, comenzar�a realmente as�: �Hace mucho, mucho tiempo, el ser humano no sab�a leer, ni escribir, ni contar��.

Si hemos cerrado los ojos y queremos transportar nuestra mente a ese instante, hemos de viajar r�pido y retroceder, al menos, unos 22.000 a�os. Al abrirlos y mirar a nuestro alrededor, es posible que podamos ver el c�lebre Hueso de Ishango, una de las m�s antiguas muestras conocidas, hasta el momento, de conocimiento matem�tico humano, plasmado este en agrupaciones de muescas, en absoluto aleatorias, realizadas sobre un humilde peron� de babuino.

Desde entonces, el mundo y la humanidad, mano a mano, se han transformado de una forma sorprendente, si bien recientemente parece que nuestro entorno ha comenzado a caminar m�s r�pido que nosotros y nos cuesta seguir su ritmo. Y ya se sabe, cuando la cabeza va m�s r�pido que los pies, uno corre el riesgo de tropezar y hacerse da�o.
Las matem�ticas, claves en el proceso evolutivo

Estos cambios, en su mayor�a evolutivos, han ido acompa�ados y han sido apoyados por el desarrollo cient�fico y tecnol�gico y, dentro de este marco, desde sus inicios, por las aportaciones de las matem�ticas, t�rmino que proviene del griego antiguo y que, etimol�gicamente, significa �lo que se puede comprender�, algo que no deja de resultar parad�jico si echamos un vistazo, no solo a las elevadas tasas de fracaso acad�mico en matem�ticas de sociedades como la nuestra (o los preocupantes resultados de nuestro pa�s en informes de evaluaci�n internacional como TIMSS o PISA), sino tambi�n a las m�s que notables muestras de rechazo hacia este aprendizaje, la ansiedad matem�tica que atenaza a tantas y tantas personas o la baja autoestima que el ciudadano corriente suele reconocer al ser preguntado por su competencia matem�tica, entre otras cuestiones de car�cter afectivo.
La comunidad anum�rica de los Piranha

La cuesti�n no ser�a, en principio, grave si las matem�ticas quedasen �nicamente vinculadas con la actividad cient�fica, y ser�a incluso soportable si se tratase de un mero artificio escolar, sin m�s. Pero, no nos enga�emos. �C�mo ser�a despertar de un sue�o habiendo olvidado por completo, por ejemplo, todo lo que son los n�meros y c�mo utilizarlos?

Quiz�s alguna reacci�n emocional e impulsiva inicial haya podido llevar a alguien a sentirse aliviado por la idea, pero si se visualiza bien ese hipot�tico mundo ser�a f�cil sentir la angustia de estar perdido, una angustia como la que podemos sentir si nos despertamos y, de repente, no podemos ver, o�r, sentir, oler o saborear. Tambi�n es posible que su angustia no aparezca porque haya decidido que su vida ser�a mucho mejor en compa��a de los Piranha, en Brasil, junto al r�o Maici, siempre que lo adoptasen en su sencilla comunidad �anum�rica�.

Nuestra vida, nuestro d�a a d�a, se basa en las relaciones. La funci�n de relaci�n en todo ser vivo es fundamental, pues le permite comprender lo que ocurre tanto en su interior como a su alrededor y actuar en consecuencia. Es una cuesti�n de supervivencia, pero tambi�n de calidad de vida, si se comprende m�s y mejor y si se act�a con acierto. En esta funci�n de relaci�n se ubica f�cilmente el rol que juegan nuestros cinco sentidos a los que me atrever�a a a�adir, ya de partida, simplemente jugando con las palabras, el propio sentido com�n.
Sentido num�rico

Ahora bien, �y si les digo que podemos hablar tambi�n de sentido num�rico? �y si les cuento que diferentes experimentos con beb�s muestran la presencia de habilidades para la elaboraci�n de representaciones num�ricas abstractas de ciertas cantidades, una incipiente aritm�tica informal (especialmente interesantes resultan en este sentido las investigaciones de Karen Wynn y su equipo) y una capacidad notable para distinguir entre pares de conjuntos de elementos solo por el n�mero de elementos que posee?

Esto es as�, e incluso estudios recientes identifican este tipo de habilidades como los fundamentos sobre los que se levanta despu�s el edificio de la competencia matem�tica. Son habilidades que no solo han permitido la supervivencia del ser humano y la de muchos animales en situaciones en las que se deb�a tomar una decisi�n r�pida a partir de una valoraci�n s�bita, por ejemplo, del grado de desequilibrio de fuerzas entre tribus o manadas rivales, sino que tambi�n han permitido dar el pistoletazo de salida a las primeras e incipientes muestras de contabilidad, de conteo, de numeraci�n�

Estamos hablando de habilidades que la comunidad cient�fica ha ubicado bajo un marco o paraguas te�rico, un constructo al que se ha convenido en llamar sentido num�rico, aunque a la hora de hacerlo operativo y definirlo con precisi�n las discrepancias entre investigadores siguen siendo significativas.

En todo caso, se trata de un sentido con el que se nace en unos niveles b�sicos. Un sentido que puede y debe desarrollarse como parte natural de nuestro crecimiento y maduraci�n individual y colectiva, ingrediente b�sico para seguir relacion�ndonos adecuadamente con un entorno dominado cada d�a m�s por los datos, especialmente num�ricos, y no exento de amenazas, sobre todo de manipulaci�n externa.
El concepto matem�tico m�s importante del siglo XXI

Por sentido num�rico podemos entender el conocimiento y uso flexible de los n�meros y sus operaciones. He aqu� pues un aut�ntico �sexto sentido�, salvo que queramos seguir inmersos en la pesadilla descrita al inicio de este art�culo. Es m�s, para muchos investigadores en educaci�n matem�tica, como Keith Devlin, de la Universidad de Stanford, el sentido num�rico puede ser considerado el concepto matem�tico m�s importante del siglo XXI. Y si asumimos que se trata de un sentido m�s, puesto que determina nuestra comprensi�n del entorno y nuestra capacidad de respuesta ante los cambios que este presenta, es evidente que su debilidad es, en el fondo, una discapacidad o, cuando menos, una debilidad que puede ser aprovechada por cuantos quieran y puedan tratar de manipularnos a trav�s de enrevesados juegos de cifras, estad�sticas falaces y una bien ensayada ret�rica num�rica.

Este aviso a navegantes parece que empieza a encontrar receptores tanto en los campos de la Psicolog�a como en los propios de la Neurociencia y, afortunadamente, en los de la Educaci�n, donde enfoques �multisensoriales� de los n�meros se van progresivamente incorporando en las aulas, atendiendo tanto a las cuestiones cognitivas como a las afectivas, algo que facilita mirar y ver a los ni�os cuando trabajan matem�ticas, como ya nos suger�a A.S. Neill, no solo como un grupo de cabezas pensantes sino tambi�n como un grupo de corazones.

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