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Las súcubos: diablas del sexo y su vasta presencia en relatos paranormales




16/10/2014 - 16:38:12
Emol.- La mayor�a de los demon�logos atribuyen a las legiones del infierno un denominador com�n: la masculinidad. Todos los diablos parecen ser varones pero, sin embargo, ya desde antiguo se hablaba de diablos �hembras�. El mismo Talmud judaico asegura que el primer demonio sexual femenino fue Lilith, la primera compa�era que tuvo Ad�n antes de Eva y que se march� del Para�so porque no quiso aceptar un papel secundario en la Creaci�n. La misma tradici�n afirma que Lilit se relacion� posteriormente con el demonio Asmodeo y que de esa uni�n surgieron los primeros �ncubos (demonios sexuales masculinos) y tambi�n nuevos s�cubos. Tambi�n se cre�a que Lilit empleaba el resultado de los sue�os para crear nuevos demonios.

Las s�cubos (palabra que viene del termino lat�n �succubare�: yacer debajo) pueden ser definidos como un demonio que toma la forma de una mujer sensual y atractiva para seducir a los hombres, especialmente los varones virtuosos, adolescentes y religiosos, introduci�ndose en sus sue�os y fantas�as. Otros las definen como diablos mujeres que poseen sexualmente a los hombres durante el sue�o. Todas las referencias y leyendas las definen como seductoras mujeres de una extrema belleza. Pero, si bien aparecen revestidas con una incontrarrestable hermosura y sensualidad, junto a estos tentadores y agradables rasgos siempre presentan detalles que delatar�an su filiaci�n demon�aca: peque�os cuernos, una cola con una punta terminada en tri�ngulo, ojos de serpiente, colmillos afilados, pies embarrados, alas o serpientes enrolladas a su cuerpo. Todas las tradiciones, sin embargo, aseguran que se aparecen en los sue�os como una mujer atractiva y desnuda de la que la v�ctima no puede deshacerse de ella ni olvidarla, incluso despu�s de despertar.

La tradici�n asegura que las s�cubos atacan a sus v�ctimas para absorber la sangre o energ�a vital del hombre y as� alimentarse. Usando su atractivo aspecto seducen a los hombres y, a trav�s de la interacci�n sexual con �stos, absorben su impulso vital, ejerciendo un influjo moral y espiritualmente nocivo. A menudo, esto provoca en el hombre dolencias f�sicas y espirituales, y hasta la muerte. Algunas teor�as sostienen que pueden cambiar de forma, acopl�ndose as� al gusto de cada hombre y hasta haci�ndose pasar por mujeres conocidas que cada var�n desea. En todo caso, mediante la pr�ctica del sexo desenfrenado con su v�ctima, la s�cubo buscar�a drenar su energ�a e implantar en �l pervertidas inclinaciones para conducirlo a la perdici�n.

Las s�cubos en la historia
A lo largo de la historia de magia y de diversas leyendas han surgido varios nombres de s�cubos como Abrahel, Lilith, Rusalka, Florina, Vasordiel o Lutzi. El demon�logo Nicol�s Remy describi� a Abrahel en su obra �Demonolatria� (1581), asegurando que siempre tomaba la forma de una mujer alta y de delicadas formas. La misma Abrahel habr�a intimado con un pastor llamado Pierrot en una aldea a orillas del r�o Mosela, a cambio de la vida del hijo de �ste. Remy agreg� en esta misma obra que los demonios (y por tanto las s�cubos) eran incapaces de amar, pero pod�an tener sexo y hasta vivir en un estado de lujuria permanente, siendo para ellos el sexo un instrumento de humillaci�n y sometimiento completamente desligado del amor y la ternura.

El eminente te�logo Tom�s de Aquino, en el siglo XIII, cre�a por su parte que los demonios eran incapaces de sentir deseo sexual y por tanto lujuria. Pero, pese a ello, no negaban su sexualidad y la empleaban como un medio para infringir dolor y sufrimiento (en la Edad Media se aseguraba que en medio del furor sexual, la s�cubo acostumbraba realizar peque�as y leves incisiones rasgu�ando el pecho de los hombres, gracias a lo cual pod�a alimentarse de la sangre que brotaba).

El franc�s Pierre de Rostegny (1553-1631) postul� que los demonios, ya fueran s�cubos o �ncubos, prefer�an tener sexo con hombres casados o mujeres casadas, ya que de ese modo a�ad�an al pecado de la lujuria el pecado del adulterio. Adem�s, estos demonios gozaban practicando manifestaciones sexuales prohibidas o mal vistas por la Iglesia incluso dentro del matrimonio. Y si bien acostumbran a actuar en las horas de vigilia, tambi�n pod�an aparecerse en las horas de la tarde u otras, evidenciando as� que el mero hecho de estar dormido volv�a al hombre m�s susceptible a sufrir el ataque de una s�cubo.

Los testimonios de ataques de estos seres demon�acos no son escasos. El pr�ncipe Giovanni Francesco Picco de la Mir�ndola, sobrino del c�lebre pensador del mismo nombre, afirm� en �La Strega� (�La bruja�), el primer libro sobre brujer�a que se edit� en italiano, que conoci� a un anciano de 80 a�os que se acost� la mitad de su vida con una diabla, y a otro de 70 que hizo lo mismo. Los dos fueron quemados en Roma. El italiano tambi�n describe en esta obra a una famosa s�cubo llamada Armellina, amante de un sacerdote r�probo: ��Ese malvado sacerdote, al que ya me he referido, dec�a que sent�a mucho m�s placer acost�ndose con una s�cubo llamado Armellina, que con cualquier otra mujer. Ese desgraciado hombre estaba tan enamorado de Armellina, que ella lo acompa�aba frecuentemente en sus paseos por la plaza�.

Otros escritos afirman que el erudito Gerberto de Aurillac, quien se convertir�a posteriormente en el Papa Silvestre II, mantuvo una relaci�n durante muchos a�os con una s�cubo llamada Meridiana quien, vali�ndose de oscuras artes, adem�s de proporcionarle infinitas noches de placer lo habr�a ayudado a lograr el vertiginoso ascenso pol�tico, social y eclesial que le permiti� sentarse en el sill�n de San Pedro. En la hora de su muerte, este Papa habr�a confesado p�blicamente sus pecados, renegando de la relaci�n con su infernal amante quien, despechada, habr�a convertido su tumba en uno de los lugares m�s aterradores de Roma.

Teor�a particular
En el siglo XIX y XX surgi� una particular teor�a que afirmaba que las s�cubos (y los �ncubos) no eran demonios sino lujuriosas almas desencarnadas que, no habiendo todav�a entrado al proceso de volver a nacer en otro cuerpo, vagaban por el mundo en los bajos planos del mundo astral, planos donde yacen los deseos m�s terrenales como la voluptuosidad desenfrenada que las anima.

La ciencia actual, por su parte, afirma que los supuestos relatos de hombres con s�cubos s�lo ser�an productos de alucinaciones hipnag�gicas (visuales, auditivas, t�ctiles y hasta en algunos casos olfativo gustativas�) surgidas sobre todo durante las par�lisis de sue�o y, en menor medida, durante intensos episodios on�ricos. En cuanto a la causa, dichos episodios alucinatorios estar�an principalmente motivados por el deseo sexual, el cual en muchos casos ser�a un deseo sexual reprimido (como sucede en religiosos y religiosas por sus votos de castidad) o bien un deseo sexual frustrado. Otros cient�ficos m�s esc�pticos, en tanto, afirman que los encuentros con s�cubos surgieron b�sicamente como explicaci�n a los sue�os er�ticos y, en el caso particular de las s�cubos, a los sue�os er�ticos manifestados como sue�os h�medos.

La figura de las s�cubos tuvieron su mayor auge durante la Edad Media, �poca en que se sol�an emplear im�genes de estos sensuales seres en muchos prost�bulos y burdeles. Pero seguramente jam�s pasar�n de moda, pues son la representaci�n diab�lica de una de las fuerzas m�s importantes, formidables y peligrosas de la vida humana: el sexo.

http://www.guioteca.com/fenomenos-paranormales/las-sucubos-diablas-del-sexo-y-su-vasta-presencia-en-relatos-paranormales/

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