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Cómo cambió la guerra el rol de las mujeres




26/07/2014 - 09:27:29
CNN.- Hace unos 100 a�os, una mujer de Pittsburgh, Estados Unidos �o de St. Denis, en Francia, o de Petrogrado, Rusia� despertaba al amanecer; sus hijitos estaban dormidos y ella se preparaba para su primer turno en una f�brica de municiones cercana.

Su esposo luchaba en la Primera Guerra Mundial y la hab�a dejado para que pusiera a prueba los l�mites de su capacidad f�sica ya que ella prove�a alimentos, refugio, calidez para su familia y a veces se enfrentaba a grandes peligros f�sicos en su trabajo, como por ejemplo, permanecer colgada para colocar una poderosa carga de explosivos en el proyectil que otra mujer hab�a fabricado.

Al terminar la jornada, iba a buscar comida y a menudo hac�a fila durante horas para conseguir art�culos b�sicos escasos y combustible para encender la estufa y cocinar. Ba�aba a los ni�os, los acostaba, limpiaba y le escrib�a una carta a su esposo procurando dejar sus preocupaciones fuera; luego dorm�a unas horas. Luego se levantaba y hac�a todo una vez m�s.

Hace un siglo, mientras los pa�ses y los imperios empezaban a movilizarse y a enviar a 65 millones de hombres a la guerra, millones de mujeres de todo el mundo llenaron los vac�os que quedaron en la sociedad civil. En Gran Breta�a, Bosnia, Bagdad, en todo Estados Unidos, Europa, India y �frica, las mujeres se volver�an jefas de familia en proporciones sin precedentes.

Serv�an directamente en el campo de batalla como enfermeras, conductoras de ambulancias y cocineras. Sin embargo, tambi�n ten�an que mantener en funcionamiento el frente dom�stico de sus pa�ses y asumieron trabajos de hombres en las fundiciones de hierro, conduc�an tranv�as, araban campos y trabajaban en la administraci�n de las nuevas organizaciones p�blicas y privadas de apoyo a la guerra.

La guerra cambi� la vida de las mujeres y a las mujeres mismas. Cuando los hombres regresaron, inevitablemente trataron de recuperar su dominio en la familia y en la sociedad. No obstante, sus propias circunstancias y su condici�n precaria obstaculizaron estos intentos.

Una vez m�s, las mujeres tuvieron que cruzar el terreno peligroso que crearon los hombres. Sin embargo, las mujeres hab�an demostrado al mundo y a s� mismas que eran competentes en una guerra total. De hecho, la guerra provoc� que las mujeres dejaran un legado duradero, marcado con nuevos derechos pol�ticos en muchos pa�ses y marcado tambi�n con una ansiedad generalizada y duradera sobre el creciente poder femenino.

En 1914, las mujeres no eran ajenas a la fuerza laboral. Los trabajos industriales individuales a menudo se consideraban espec�ficos para hombres o para mujeres; sectores completos, como la industria textil, eran industrias para mujeres, mientras que los hombres dominaban en la forja de metales y en las f�bricas de m�quinas.

Aunque las mujeres m�s acomodadas segu�an rechazando las labores remuneradas, a principios del siglo las mujeres de la clase media baja hab�an empezado a ocupar puestos como oficinistas y secretarias y aunque segu�an siendo esenciales para las labores agr�colas.

Pero tras la declaraci�n de guerra, los cambios econ�micos y la presi�n de las autoridades las obligaron a intervenir cada vez en la producci�n para la guerra y a tomar trabajos de hombres (aunque en Francia, las autoridades se contradijeron y confundieron a las mujeres al urgirlas a quedarse en casa a tener m�s hijos). Si en los albores de la guerra solo 170,000 mujeres en Gran Breta�a trabajaban en las f�bricas de metales, para cuando termin�, en 1918, eran casi 600,000.

En Estados Unidos y Gran Breta�a, las mujeres se enfrentaron a la escasez de vivienda y alimentos.

Conforme tomaban empleos fuera de casa, muchas depend�an de guarder�as irregulares o se ve�an obligadas a dejar a los ni�os desatendidos. Al igual que las mujeres de otros pa�ses combatientes, las estadounidenses usualmente buscaban "hacer su parte" en el esfuerzo b�lico y aceptaban trabajos oficiales relacionados con la guerra �desde trabajos fabriles hasta la distribuci�n de alimentos�, aunque algunas dudaban al tener que registrarse con las autoridades.

Los carteles brit�nicos de propaganda que proclamaban que los soldados depend�an de las mujeres que fabricaban las municiones daban a las mujeres la sensaci�n de que su contribuci�n laboral ser�a importante y reconocida.

Sin embargo, mientras las mujeres que trabajaban en las f�bricas de municiones se enfrentaban a trabajos arduos y a condiciones adversas �adem�s de los peligros como la explosi�n de la F�brica Nacional de Barnbow de 1916, una f�brica cercana a Leeds, Inglaterra, en la que murieron 35 personas�algunas personas las criticaban por los salarios relativamente altos que percib�an. Eso reflejaba las tensiones de clase que provocaba la restructuraci�n de la econom�a durante la guerra y el rol que asumieron las mujeres.

Las autoridades brit�nicas ofrecieron peque�as "asignaciones por separaci�n" (subsidios para la familia de los soldados basadas en la p�rdida del ingreso), a cambio de las cuales asumieron el derecho de vigilar a las esposas de los soldados para asegurarse de que no estuvieran bebiendo ni durmiendo con otros hombres.

Una mujer que tras su turno en una f�brica se fuera a bailar o a tomar un trago a un pub se enfrentaba a que la acusaran p�blicamente de ser prostituta y a que sus compa�eros de trabajo o los soldados que estaban de permiso se le insinuaran y la acosaran.

Algunas mujeres sintieron una nueva libertad durante la guerra; para otras fue una �poca de cambios en los est�ndares morales luego de que las mujeres fueran testigos de "esa creciente oleada de muerte que se hab�a tragado" a sus hombres.

En la Europa continental, en donde se libraba materialmente la guerra, las condiciones en casa eran a�n m�s desafiantes. Muchas mujeres asumieron labores de hombres para respaldar los esfuerzos b�licos y para garantizar la supervivencia de su familia, pero tambi�n se encontraron sujetas a las pol�ticas gubernamentales m�s controladoras que llegaron junto con la guerra total.

Las mujeres que viv�an en los territorios capturados sufr�an m�s miserias: deb�an alojar y servir a los soldados y a menudo sufr�an abusos de los soldados extranjeros.

En Italia reclutaron a las citadinas para que hicieran labores agr�colas. No obstante, las agricultoras no se sent�an m�s tranquilas con esta fuerza laboral dispar que ten�a como objetivo sustituir a los hombres y a las bestias de tiro perdidos. En las ciudades europeas, las mujeres hac�an fila durante horas para poder comprar papas podridas; junto con sus hijos descalzos buscaban comida y combustible en los parques p�blicos, labor que se volvi� un trabajo de tiempo completo.

En Alemania, por medio de una disposici�n de 1916 se reservaron los escasos suministros de alimentos para las mujeres que trabajaban en las f�bricas de municiones y las autoridades anunciaron que "toda la poblaci�n civil restante, incluidas las mujeres, tendr�an que militarizarse por medio de este plan". En el invierno extraordinariamente crudo de 1916 a 1917, las escuelas cerraron por falta de calefacci�n y la disposici�n provoc� que quedaran pocos adultos disponibles para cuidar de los ni�os.

Cuando las hostilidades terminaron, la guerra hab�a transformado la vida de las mujeres.

En muchos de los pa�ses beligerantes, se volvi� esencial reconocer la contribuci�n de las mujeres para que los pol�ticos pudieran sortearan los desaf�os a su propio poder en la tumultuosa situaci�n de la posguerra, especialmente en toda Europa. Las mujeres obtuvieron el derecho al voto durante las hostilidades o poco despu�s en Estados Unidos, Canad� y Gran Breta�a; en la Rep�blica Alemana y en las nuevas rep�blicas Sovi�ticas, y en los nuevos Estados como Austria, Hungr�a y Checoslovaquia.

Los derechos econ�micos fueron un asunto diferente.

Los soldados y los grupos que dec�an que los representaban presionaron a las autoridades y a los due�os de las f�bricas para que despidieran a las mujeres para hacer un sitio en la fuerza laboral para los hombres que regresaban, aunque las mujeres frecuentemente segu�an siendo las �nicas proveedoras potenciales en sus casas.

Esta fue una manifestaci�n de las poderosas y dif�ciles guerras culturales que se libraron por el deseo e incluso por la posibilidad de retornar a un pasado id�lico, pasado que �al igual que hoy� era parcialmente imaginario.

Las sociedades de Europa y de Norteam�rica se enfrascaron en una guerra por reconocer la labor de las mujeres durante la guerra.

�Las mujeres s�bitamente empobrecidas deb�an recibir asistencia del gobierno con base en su contribuci�n en tiempos de guerra o solo por ser dependientes de los soldados heridos o ca�dos? �Deb�an recibir asistencia alguna?

En Gran Breta�a, las autoridades ignoraron los argumentos de los grupos femeniles y atendieron a la proclamada necesidad de devolver a los hombres a su rol apropiado de poder econ�mico, aferr�ndose a la noci�n de que los beneficios deb�an derivar exclusivamente del esposo.

En Alemania y Rusia, por el contrario, las mujeres adquirieron en principio un estatus igual, aunque en la pr�ctica no siempre se respetaba el principio. Las actitudes divididas acerca del valor de la labor femenina que alimentaron esos debates siguen vivas hoy.

El regreso a casa de unos 50 millones de hombres al final de la guerra, entre 1918 y 1919, tambi�n trajo consigo nuevas tensiones en la vida familiar. Los soldados imaginaban que su casa ser�a un refugio de normalidad tras la pesadilla de la guerra. Sin embargo, las heridas f�sicas y psicol�gicas de los hombres, adem�s del trastorno social y econ�mico de esos a�os, a menudo cancelaron cualquier retorno a su existencia anterior a la guerra.

Desde luego que la normalidad cambi� para las mujeres que se quedaron. A causa de sus nuevos roles y su autonom�a, a menudo las culparon de que el mundo estuviera de cabeza. Esos conflictos de g�nero duraron todo el siglo XX y m�s all�, al igual que muchos de los legados de la Primera Guerra Mundial.

http://mexico.cnn.com/mundo/2014/07/25/las-mujeres-poderosas-que-dejo-la-primera-guerra-mundial

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