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Envía olores con el oPhone


2014-03-19 - 11:52:30

El equipo de Le Laboratoire creó oPhone, un aparato portátil que permite combinar aromas y enviar su composición en mensaje.

El oPhone actualmente puede crear más de 365 aromas distintos.

Aunque la era digital ha incrementado el volumen de las comunicaciones, quizá no ha mejorado la calidad. El revertir esa tendencia es el objetivo de una nueva generación de ingenieros sensoriales que trascienden la visión y el sonido para producir dispositivos que usen nuestras facultades no explotadas. Tal vez los avances más emocionantes del momento lleguen en la forma de comunicaciones centradas en el olor.

"Nuestro lema es: 'El aroma dice más que mil imágenes'", dice David Edwards, ingeniero biomédico de Harvard y fundador de Le Laboratoire, famoso porque produce dispositivos sensoriales radicales como un atomizador de chocolate sin calorías. Cada ser humano tiene miles de sensores olfativos específicos, explica Edwards; es un recurso que aprovecha con su más reciente invento: el oPhone cuya versión beta se lanzará en julio.

Este teléfono ofrece el servicio de mensajería olfativa más sofisticado que se haya creado. En colaboración con los perfumeros parisinos de Givaudan y los baristas de Café Coutume, Edwards ha creado un menú de esencias que están contenidas en unos 'Ochips'.

El ingeniero electricista del Tecnológico de Massachusetts, Eyal Shahar, diseñó unos contenedores en los que se introducen los aromas para después liberar el olor con calor al tocar un botón, aunque se enfrían rápidamente para mantener los olores separados y localizados, lo que ha sido una dificultad en los experimentos con la "olorvisión" en el cine, sistema que fue objeto de muchas burlas.

Combinar y emparejar

El usuario del oPhone puede combinar y emparejar aromas y luego enviar su composición en forma de un mensaje que se recreará en el dispositivo del otro usuario. En la primera etapa podrán crearse hasta 365 combinaciones y el año que entra la capacidad aumentará a varios miles.

"Biológicamente respondemos intensamente al aroma, así que si nos familiarizamos con el diseño de las comunicaciones aromáticas tal vez podamos decir cosas que no podíamos decir antes", asegura Edwards. Él considera que los aromas limitados del oPhone son como las primeras letras de un lenguaje nuevo y rico que podría usarse como base de novelas y sinfonías.

Su fe se basa en la influencia reconocida que tiene el olor en el subconsciente y en el potencial de conocer sus secretos.

Los primeros oPhones se destinarán a una comunidad selecta de aficionados al café. Sin embargo, el lanzamiento del 10 de julio se acompañará de un producto más incluyente: la primera red social olfativa.

Una aplicación gratuita permitirá que cualquier persona redacte y envíe una nota de olor basada en un menú de aromas y variaciones a través de un mensaje de texto o correo electrónico. El mensaje puede recibirse como texto en cualquier teléfono convencional. El receptor podrá descargar la composición en puntos específicos que se instalarán en la ciudad de Boston, donde se presentará el proyecto.

"Esperamos que haya interés en la expresión personal y estamos listos para aprender junto con el público", afirma Edwards. "Nos gustaría reaccionar a las ideas nuevas conforme surgen vocabularios aromáticos y seguir ofreciéndoles nuevos intereses".

Él apuesta a que el público que rodea a los famosos centros tecnológicos de Boston son usuarios pioneros y harán avanzar el proyecto. Más allá de la ciudad, la red incluye una interfaz pública para que la gente intercambie consejos y recetas y las almacene en un programa en la nube. Edwards planea presentar 'emoticones olfativos' y campañas virales y podría ofrecer una plataforma de mezclado que permita combinaciones con software de producción musical.

El concepto puede beneficiarse de la saturación en el mercado de comunicaciones actual, dice la analista de tendencias y editora de la revista Green Futures, Anna Simpson. "Estamos llegando al límite de lo que podemos hacer con los datos de texto y existe el potencial de conectarnos más profunda y personalmente a través del olor".

Simpson también cree que si los consumidores empiezan a buscar experiencias prácticas podrían impulsar la adopción de la tecnología. "Las marcas están cada vez más interesadas en los recursos para crear experiencias más profundas".

Empresas emergentes olorosas

Las empresas gigantes como Olympus publican investigaciones, pero por ahora las empresas emergentes están tomando la iniciativa.

La empresa de Singapur, Mixed Reality Lab, ha sido prolífica en este ámbito y creó el dispositivo japonés Scentee, que permite a los usuarios enviarse una sola fragancia. La empresa presentó una aplicación a nivel mundial en febrero y participa en sociedades lucrativas, una de ellas con el restaurante Mugaritz en España, con el que crean tutoriales de cocina en internet con chefs de renombre para que los estudiantes puedan oler el aroma que quieren lograr.

"En este momento es el equivalente a la música antes de los MP3, cuando tenías que grabar una canción en una cinta y dársela físicamente a alguien", dice Adrian Cheok, fundador del Mixed Reality Lab y profesor de Tecnología Penetrante en la Universidad City en Londres. "Podemos enviar un aroma básico a través de un dispositivo como Scentee, pero necesitamos la infrastructura para poner millones de ellos al alcance a través de la digitalización".

Cheok está probando un dispositivo que podría conectarnos directamente a internet y que está inspirado en la exitosa conexión de fibras ópticas con las neuronas de unos ratones. En sus experimentos de laboratorio hay sujetos que portan un dispositivo parecido a un protector bucal que contiene bobinas magnéticas desde las que se dirigen señales eléctricas hacia el bulbo olfatorio para simular el efecto del olor. Se toman imágenes del cerebro del portador antes y después para localizar el efecto; los resultados han animado a Cheok lo suficiente como para creer que podría haber un prototipo en dos años.

Una técnica similar ha rendido frutos con un diseño parecido que simula los efectos del sabor. Sin embargo, el sabor tiene solo cuatro formas básicas —amargo, dulce, salado y ácido—, mientras que el olor implica identificar moléculas individuales que no tienen formas básicas.

"El olor más básico tiene cientos de moléculas y necesitas la química analítica para ver qué hay allí", dice Joel Mainland, del Monell Chemical Senses Center. "Tal vez solo el 5% tendría un impacto en el olfato, así que es difícil identificarlas. Es más prueba y error que ciencia cuantitativa".

Un aroma sano

En Monell también buscan digitalizar el olfato y las aplicaciones clínicas son una prioridad. Una de sus líneas de investigación pretende encontrar pequeños marcadores biológicos en los enfermos de cáncer por medio del uso de una "nariz electrónica" que busque sustancias químicas en la sangre para obtener un diagnóstico temprano. El proceso se inspiró en la capacidad de los perros para detectar las enfermedades, aunque su capacidad olfativa es mucho más alta.

Aunque esta investigación aún está en etapas tempranas en el laboratorio, ya se está facilitando el uso de tecnologías similares en los smartphones. La NASA desarrolló un sensor químico y lo puso a disposición de un socio comercial para usarlo como base para unas aplicaciones móviles que podrían analizar el aliento de los usuarios.  Owlstone, una empresa británica de nanotecnología, recauda varios millones de dólares en capitales de riesgo para desarrollar un sensor de mano que podría detectar una variedad más amplia de enfermedades.

Los usos médicos son muy importantes para la floreciente Sociedad del Olfato Digital, en cuya próxima conferencia se hablará de la tecnología olfativa para identificar casos peligrosos, para guiar a los ciegos y brindar asistencia cognitiva a quienes tienen alzhéimer. Sin embargo, también asistirán sectores tan diversos como el militar, el turístico, la orfebrería, la gastronomía y el entretenimiento.

Cheok cree que el máximo objetivo es crear un dispositivo multisensorial que unifique los cinco sentidos para crear una realidad virtual de inmersión y que podría usarse en cinco años. Los sentidos ignorados están recuperando el tiempo perdido.

CNN



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