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Víctor Vargas Montaño

Democracia y demagogia


2018-10-10 - 13:21:17
Antes permítanme aclarar que la base de este análisis lo he tomado de Wikipedia Enciclopedia Libre), por cuanto no es creación propia y sólo me permito publicar estos conceptos con la simple esperanza que puedan leer algunos de nuestros políticos a objeto que traten de enderezar (si aún pueden) sus ideas a favor del Pueblo.

En este sentido, creemos que la democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía (sin exclusión alguna). En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.

En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los ciudadanos (mujeres y varones) son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos legales y preexistentes.

La democracia se puede definir a partir de la clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón primero y Aristóteles después: en tres tipos básicos que son: Monarquía (gobierno de uno), Aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles) y Democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).

Hay Democracia indirecta o representativa, cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes.

Hay Democracia participativa, cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios consultivos.

Finalmente, hay Democracia directa, cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos y referéndums vinculantes.

Estas tres formas de Democracia no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios en algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un mayor peso de una de las tres formas en un sistema político concreto. La pregunta es: ¿Cuál de estas tres predominan en nuestro medio?, o quizá deberíamos exigir que los políticos (candidatos a la presidencia) nos expliquen ¿cuál de ellas adoptarán en su gestión?.

Ahora bien, resulta que la Demagogia es en realidad una estrategia utilizada para conseguir el poder político que consiste en apelar a prejuicios, emociones, esperanzas y hasta miedo del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología y por lógica la propaganda política engañosa, tergiversadora de la realidad y otras triquiñuelas.

En la historia de las doctrinas políticas se considera que fue Aristóteles quien por primera vez la individualizó y definió la demagogia como la “forma corrupta o degenerada de la Democracia”, la misma que se utiliza para que engañosamente se institucionalice un gobierno tiránico que incluso, puede gobernar a nombre del pueblo.

Aristóteles sostenía que cuando en los gobiernos populares la ley es subordinada al capricho de los muchos, definidos por él como los "pobres", surgen los demagogos que halagan a los ciudadanos, dan máxima importancia a sus sentimientos y orientan la acción política en función de los mismos. Aristóteles define por lo tanto al demagogo como “adulador del pueblo”.

La demagogia según Platón y Aristóteles, puede producir (como crisis extrema de la política), la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que más frecuentemente nace de la práctica demagógica que ha eliminado así a toda oposición.

En estas condiciones, los demagogos, arrogándose el derecho de interpretar los intereses de las masas como intérpretes de toda la nación, confiscan todo el poder y la representación del pueblo e instauran una tiranía o dictadura personal.

En sentido contrario y paradójicamente, muy habitualmente, las dictaduras se han instalado sosteniendo que lo hacían para terminar con la demagogia.

Según el mismo Aristóteles, cuando un gobierno persigue el interés general de su población es virtuoso, pero si persigue el de un solo individuo o unos cuantos se desvirtúa.

De esta forma también se considera como demagogia esa oratoria que permite atraer hacia los intereses propios las decisiones de los demás utilizando falacias o argumentos aparentemente válidos, pero que, sin embargo, tras un análisis de las circunstancias, pueden resultar inválidos o simplistas.

Lamentablemente, creo que esta última parte es la que vemos a diario nosotros casi de manera constante, los políticos de turno y los aficionados a políticos o llunkus de los primeros, no hacen otra cosa que replicar consignas sin meditar en lo más mínimo en las consecuencias nefastas que ello puede generar para el Estado y la sociedad, creo que ya es hora que nuestros políticos empiecen a reorientar sus discursos, sobre bases sólidas, sobre criterios de gobierno en el sentido amplio de la palabra, pero sobre todo, en busca del bien común y no solamente de su partido o lo que es peor aún, de sus apetitos personales.

Como dije al principio, las definiciones de estos conceptos no me pertenecen, pero usted amigo lector es libre (aún) para recurrir a los diferentes autores, analizar y sacar sus propias conclusiones sobre la calidad y políticos y de política que tenemos en nuestro medio.

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