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Víctor Vargas Montaño

El reciclaje político y la intromisión foránea


2014-10-01 - 13:30:52

A pesar que me ha tocado vivir una gran parte de los gobiernos de facto que finalmente se logró derrotarlos en 1982 para ingresar a lo que creíamos sería un largo proceso de vida en democracia en el cual esperábamos poder llevar una vida de regocijo, de comprensión entre todos los estantes y habitantes del país, o si se quiere en resumen, de una constante fiesta democrática; pero los momentos felices fueron efímeros y tan pronto como se habían recuperado los derechos de los ciudadanos (as), se agruparon los políticos para apagarnos la sonrisa y apoderarse del poder político a como dé lugar.

Ahora, en lugar de esa “fiesta democrática”, lo que vemos es una pugna agresiva, que no sólo se funda en tratar de captar los votos del gran capital humano que no pertenecemos al quehacer político, sino que, inclusive, hasta se vierten amenazas de toda índole para los que no voten por determinados candidatos o partidos… es decir, si no pueden convencer por las “buenas”, apelan a la intimidación y el chantaje para asegurarse en el poder político, lo que en la práctica, de hecho implica una tergiversación del sentido natural de la política partidaria en la que se pregona que sea el arte de gobernar para beneficio de la sociedad.

Por otro lado, si bien continúan los candidatos haciendo gala de sus estribillos propagandistas faltos de ideas pero cargados de falsas promesas para llamar la atención de la sociedad, algunos exceden lo normal para caer hasta en lo ridículo con promesas improvisadas y por tanto, fuera de toda realidad. Sin embargo, esto de las falsas promesas y los excesos, hasta podrían considerarse normal, pero, las amenazas, el chantaje, la constante humillación a determinados sectores de la sociedad (como el desfile de los bachilleres por haber recibido prestado una computadora) y otros que no corresponden ni por asomo a la democracia ni a la política propiamente dicha, eso es por un lado, discriminación y por otro, coacción que a la vez es propio del totalitarismo.

Pero no es sólo eso, resulta que algunos partidos, ni siquiera han tenido la hidalguía de preservar sus criterios esenciales y con tal de apropiarse o seguir en el poder político, se han vuelto una especie de receptores de todos los tránsfugas y calculadores que siempre estuvieron de un modo o de otro en el poder, es decir, han procedido al reciclaje político aún en desmedro de sus propios seguidores que por lógica, luego resultarán excluidos de los cargos ya que no podrán crear tantos puestos para atender a los reciclados, a menos que se concrete la refundición (perdón) quiero decir la repartición del Estado en los 24 departamentos en lugar de los 9 que hoy tiene.

Además, vemos que, si antes nos quejábamos de cierta intromisión foránea en relación a los Estados Unidos de Norteamérica, ahora, los extranjeros no sólo opinan sobre Bolivia sino que hasta se atreven a decirnos por quién deberíamos votar y eso quieran o no, es una intromisión foránea en el quehacer político del Estado, entonces, ¿De qué soberanía podemos hablar?.

Volviendo a nuestro entorno, deberíamos tomar en cuenta lo siguiente: ¿Cómo se puede entender a nuestros políticos, si no tuvieron plata para darnos seguridad ciudadana, para mejorar los sistemas de salud, educación, caminos y otros servicios; pero, si la tienen para los cierres de campañas con artistas extranjeros…?. Aquí la única reflexión posible es, ellos oprimen al pueblo con una infinidad de impuestos y tributos, para malgastar nuestro dinero, caso contrario, que demuestren quién o quienes financian eso; dinero que insisto, hace mucha falta para las obras y los servicios que requiere la sociedad.    

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