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Dante N. Pino Archondo

Después del 12 de octubre


2014-09-30 - 10:15:24

No fue nada nacional
El 12 de octubre, cinco días antes de la infausta fecha en la que se fracturó la democracia, se habrá cumplido otra, que marcará el inicio del final de lo que hasta ahora se ha conocido como el proceso de cambio. Ese día, se anunciará la nueva victoria de Evo Morales en unas elecciones que no dejaran duda alguna del fraude procesado con todo cuidado. Y sin que ello importe con bombos y sonajas el gobierno iniciará – reitero – el final del proceso de cambio.

Y es que estas elecciones no representan el momento de la transición democrática entre una administración y otra, como debiera haber sido, si la reelección inconstitucional no se hubiera legalizado, sino que significan el paso necesario para dar curso a la reelección indefinida.

Para Evo Morales y su cortesanos, la única manera de asegurar esto, es llevando a cabo un fraude electoral que le entregue el control de la Asamblea Legislativa y no pueden dejar que el voto libre y democrático se encargue de ello, sería correr un riesgo un enorme.

Las encuestas de opinión de un lado y del otro, al final del día muestran las dos caras de la verdad, por una parte la desesperación oficial para convencer a la ciudadanía de que son los vencedores invencibles y por el otro el enorme desencanto para con la oposición que no atina a radicalizar el voto. Este es el cuadro que deja una especie de vacío en el convencimiento democrático del ciudadano que representa para el MAS un peligro para el que no están dispuestos y lo que les lleva sin dudar a operar el fraude, con el control total del triste Tribunal Electoral al que tendríamos que ponerle el calificativo de “Banda de Burros”.

El nuevo gobierno, tiene el deber de asegurar la reelección indefinida, lo cual es posible, porque el actual proceso político nacional que se ha constituido en Bolivia, no responde a los principios con los que se constituye un Estado de Derecho. El actual gobierno no se sujeta en igualdad de condiciones a la ley, la acata cuando le conviene y la viola cuando no. Ningún ciudadano puede colocarse por encima de la ley, Evo Morales ha declarado públicamente que a él cuando la ley le estorba la pasa por alto, para que luego sus abogados “arreglen”. La separación de poderes públicos, es otro principio del Estado de Derecho que en Bolivia no se cumple. El gobierno tiene sometidos al Poder Legislativo y Judicial.

Este es pues el estado del Estado. Nada de lo que ocurra en adelante podría llamar la atención. Las declaraciones reiteradas sobre la administración de justicia y la “vergüenza” que dice sentir el señor Álvaro García, no son otra cosa que el anuncio de las “limpieza” que se avecina con el propósito de asegurar la reelección indefinida libre de demandas judiciales que se podrían aplicar.

La nueva Asamblea Legislativa tiene la misión de reformar la Constitución y luego de cumplida su tarea, tendremos un proceso de persecución política. Esta acción será muy importante, porque el gobierno requiere ajustar la economía y necesita que el espectro político sea el mínimo posible.

Es cuando se producen los desgarros internos, es decir las contradicciones políticas internas. Y es cuando después del 12 de octubre se iniciará el final de esta larga noche que tiene a Bolivia atrapada en las sombras tenebrosas del narcotráfico.

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