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Alejandro A. Tagliavini

Políticos a un lado, es hora de la paz


2014-09-17 - 13:52:28

Uno de los científicos que más admiro, el epistemólogo Paul Feyerabend, escribió que “los ciudadanos… occidentales van muy por delante de sus políticos en su deseo de frenar la carrera de armamentos. Sabemos también que el sentido común suele ser superior a las proposiciones de los expertos… desarrollemos una nueva clase de conocimiento… que todo el mundo pueda participar en su construcción… para resolver los dos problemas pendientes… el problema de la supervivencia y el problema de la paz… entre los humanos y todo el conjunto de la Naturaleza". Y, agrego de mi parte, los problemas de la paz y la libertad solo se solucionan con más paz y más libertad, por el contrario con violencia se aumenta la violencia y con restricciones a la libertad se agrava la falta de libertad.

Shinzo Abe, el político conservador del Partido Liberal Democrático (PLD) que gobierna Japón, que ha logrado mantener la deuda pública en el 200% del PIB, consiguió que el PIB cayera 7.1% entre abril y junio tras la decisión de subir el impuesto sobre el consumo del 5% al 8%. Es lógico que a mayor coerción estatal -en base a su monopolio de la violencia- mayor sea la destrucción. Para peor pretende subirlo hasta el 10% en octubre de 2015. Además, su proyecto económico -la “Abeconomía- propone una política monetaria ultra expansiva, planes de gasto público para “estimular el crecimiento”, reformas estructurales para “impulsar la actividad” y bajar los impuestos a las empresas.

Y, al decir de Feyerabend, la gente va por delante: Abe, “no han beneficiado a las Pymes… si al menos nos bajaran los impuestos… ”, asegura la dueña de una de estas Pyme. Pero hay más “reformas económicas”. Diariamente la prensa se hace eco de las versiones oficiales sobre “intrusiones” chinas en las islas Senkaku, cuya soberanía disputan, o en las aguas del peñón de Okinotorishima. El fin propagandístico es claro. En la Constitución, tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, Japón renuncia a la guerra. Desde entonces, los gobiernos han reinterpretado el texto hasta permitir las “fuerzas de autodefensa”, sin realizar un referéndum para una reforma constitucional que, según una encuesta publicada por The Nikkei, el 50% de la población rechazaría y sólo el 34% apoyaría. Las personas van por delante.

Abe quiere acrecentar esta industria para la “revitalización” económica y ha establecido acuerdos para producir armamento con Francia, Reino Unido o India. En esto terminan los políticos, dado que su autoridad está basada en el Estado -el monopolio de la violencia- más tarde o más temprano, por el principio de supervivencia, terminan agrandando el poder militar. En otra parte del planeta, París, como era de esperarse entre políticos, los treinta gobiernos participantes en la Conferencia Internacional sobre la Paz y Seguridad en Irak se comprometieron a “luchar eficazmente contra el Estado Islámico (EI)”.

Varios países árabes no identificados ofrecido para participar en los bombardeos contra el EI, según funcionarios estadounidenses. Habrán querido decir “varios políticos” porque difícilmente sus ciudadanos quieran entrar en una guerra, de hecho, estos dirigentes árabes han mostrado poco entusiasmo porque tienen intereses muy cruzados pero, además, porque saben que las personas comunes no los apoyarían, no porque no consideren el EI sanguinario sino porque la violencia es incoherente con la paz.

*Miembro del Consejo Asesor del Center o­n Global Prosperity, de Oakland, California

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