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Álvaro Riveros Tejada

Cuando la Justicia incomoda


2014-06-26 - 11:36:17

¿Se ha preguntado usted alguna vez la razón por la que la justicia norteamericana y la de algunos países del G77, menos China,  suelen transar la inmunidad de los más odiosos delincuentes, a cambio de información? Pues bien, dicha práctica que a todas luces pareciera antiética y carente de todo principio moral, conlleva la necesidad de lograr la detención de dichos bandidos; la de sus cómplices y, ante todo, la de quienes comandan sus organizaciones criminales. Para hacer atractivo dicho ofrecimiento, esos países han creado  oficialmente un programa llamado “Seguridad de Testigos”, cuyo protocolo brinda protección gubernamental a dichos personajes, por estar en inminente riesgo, hasta de perder la vida, al haber dado información sobre terroristas u otros criminales.

Es precisamente a este régimen al que acaban de acogerse célebres personajes bolivianos, previamente calificados como delincuentes confesos por el gobierno al que sirvieron, como es el caso del ex zar antidroga René Sanabria, condenado por la Corte Federal de Miami a  purgar pena de cárcel por el intento de embarcar más de 140 kilos de cocaína a Estados Unidos, un delito cuya comisión, según la fiscalía de ese condado, ameritaba al menos 25 años de presidio. La detención de su hijo en la cárcel de San Pedro habría paralizado sus confesiones, sin embargo fue condenado a sólo 14 años de cárcel, de los cuales ya cumplió cuatro, y ni siquiera se tiene certeza de que en este momento se halle recluido. Algo similar ha ocurrido con el ex zar anticorrupción Mayor Fabricio Ormachea, cuyas declaraciones, según la prensa, contribuyeron a su excarcelación, después de que la fiscalía pidiera 25 años de cárcel para él.

Finalmente está el ex fiscal estrella del gobierno, Marcelo Sosa, encargado de armar el caso terrorismo, del cual se conoce que acaba de celebrar un pacto con los familiares de los que murieron acribillados en el Hotel Las Américas en Santa Cruz, para servir esta vez como testigo clave contra autoridades del actual gobierno, ante cortes penales internacionales. Tal premio lo exime de purgar una justa pena al actuar como testigo, pero ya no en la calidad de clavo como lo fue con los reclusos que aún guardan injusto encierro y/o  como el caso de los ciudadanos tarijeños: Felipe Mosa y José Vaca que permanecieron detenidos durante más de cinco años sin sentencia y acaban de recuperar su libertad.

Entretanto nos preguntamos:¿Será que todo este esfuerzo realizado por los administradores de  justicia en el extranjero se limita únicamente a una simple curiosidad morbosa de conocer los delitos en los que incurrieron los bribones? O por el contrario, el montaje de este enorme banco de datos delincuencial ¿tendrá como objetivo el mantener pendiente sobre la cabeza de los malucos la espada de la diosa Temis, mediante un juicio anunciado? Tal vez, una práctica  muy usual  cuando la justicia se torna incómoda.

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