Fernando Rodriguez MendozaPena, vergüenza, rabia e impotencia
2014-02-25 - 11:18:27
Viendo las tomas televisivas de las escuelas en las que los alumnos pasaban clase sin pupitres, sentados en el suelo y hasta con dos cursos diferentes compartiendo una misma aula, surgen inevitables preguntas: ¿Será que esto ocurre en pleno siglo XXI? ¿Será que esto está pasando en el Estado Plurinacional de Bolivia que tiene tantas reservas internacionales y que gasta tanto en bienes suntuosos? La lamentable respuesta es afirmativa.
Ante dicha situación es imposible no tener diversos sentimientos anidados en lo más profundo de nuestra conciencia, empezando por la pena. Angustia ver a niños que asisten a pasar clases sentados en el suelo porque no hay sillas ni pupitres; no hay excusa ni explicación razonable para que esto ocurra.
Sentimos vergüenza de que la falta del mínimo mobiliario que el Estado está obligado a dar a los escolares, se presente en un país con una economía en bonanza, con un crecimiento económico que llena la boca a los gobernantes. La realidad desnuda la mediocridad y pobreza mental de las autoridades.
Como no sentir rabia e impotencia ante la indiferencia de las autoridades encargadas de proveer ese mínimo mobiliario oportunamente. Un canal de televisión en su noticiario aclaraba que hacía la denuncia de esos hechos sin buscar culpables y que solo querían soluciones. Grave error. Más bien debería mostrar las imágenes de las autoridades responsables de que hubiera semejante desatino y que, seguramente, en su total satisfacción burocrática, no les interesa ni les preocupa lo sucedido, mientras puedan seguir figurando en actos oficiales y medrando del presupuesto público. Más bien hay que identificarlos, señalarlos y apuntarlos como responsables de semejantes actos de verdadera lesa humanidadporque afectan directamente a la niñez del país.
Podemos tener satélites, teleféricos, cumbres internacionales, reservas altísimas, cambódromos, pasos a desnivel, pero no podemos superar la mediocridad de una mentalidad fatua y frívola, sin pensar en construir el verdadero futuro, que es enseñar y formar a nuestros niños y jóvenes.
