Norah Soruco de SalvatierraElecciones y candidatos
2014-02-23 - 20:19:20
Acaba de darse la elección de directivas parlamentarias con el telón de fondo de las elecciones nacionales 2014 y sendos candidatos procurando ocuparlas y estar vigentes en un escenario visible, en el que debieron estar en todo momento con trabajo; por lo que es oportuno esbozar algún apunte, relativo a la selección de nuestros futuros representantes.
Con todo lo transcurrido hasta hoy, ya es imperativo que nuestra política incorpore innovaciones a la altura del nuevo siglo y los avances operados en un electorado cada vez más asertivo. En el escenario actual de 2/3 de votos oficialistas y 1/3 de oposición, es preciso reconfigurar los roles parlamentarios.
Debe procurarse alta productividad, desarrollar más iniciativas y evitar que éstas, bajo consignas, tengan un solo canal, que si bien sirven a un proyecto político, no siempre coinciden con las necesidades reales ni alcanzan a todos los bolivianos, dada la actual proclividad a la destrucción y exclusión de todo lo anterior y del contrario.
Es tiempo de elevar la exigencia a ambas partes, para establecer límites claros al arbitrario objetivo partidario y maximizar la delegación expresa del pueblo a los mandatarios para el correcto manejo del aparato público. Todo Gobierno está obligado a justificar primero y rendir cuentas después, de todos sus actos; las disposiciones de los sucesivos gobiernos incluido el actual, que contradicen este principio en beneficio de su discrecionalidad, deben ser prioritariamente derogadas, en pro de la transparencia y la honestidad.
Es indispensable restablecer los pesos y contrapesos, pues el oficialismo y la oposición son dos partes imprescindibles de un todo, pues ambos tienen representación legal y legítima de sus electores para cumplir un rol protagónico en todos los asuntos que conforman la agenda nacional.
La función parlamentaria debe ser tomada en serio, lo que significa 100 % de dedicación al estudio y conocimiento de los asuntos del país, de la realidad de los departamentos, provincias y municipios con solvencia y responsabilidad, como también coherencia con los postulados que los llevan a ser elegidos. Basta ya del tráfico de conductas al mejor postor, en beneficio personal o proyección política individual.
La elección de los candidatos por tanto, también tiene debe ser seria: erradicar lo que se denomina el “dedazo” de los jefes partidarios para favorecer a parientes o amigos, que sacrifican a los verdaderos valores que quedan postergados por la incuria.
Si bien se acabaron los feudos en el país, las mentalidades feudales perviven en el manejo de las organizaciones políticas y públicas como si fuera patrimonio propio; esto es una forma de deslealtad con los electores, que merece elegir entre los mejores.