Álvaro Riveros TejadaLa asamblea y los perros
2014-01-22 - 19:39:02
Cuando el célebre Premio Nobel de Literatura y próximo huésped de honor de los bolivianos, Mario Vargas Llosa, terminó de escribir su primera novela, fue su amigo y crítico José Miguel Oviedo quien le sugirió que ésta se intitulase: La ciudad y los perros, en alusión a los “perros” o cadetes de tercer año, que son los protagonistas de esa magistral obra.
Mutatis mutandis y salvando la enorme distancia literaria con el maestro, cuando me enteré de la designación del “honorable padre de la patria” como presidente del Senado y por ende tercer hombre en la prelación para asumir la presidencia de Bolivia, al concluir este mi artículo no pude resistir la tentación de echar mano a esa simpática anécdota y así emergió el título de este escrito.
Aún permanece latente en nuestra memoria y retina visual aquel espeluznante acto de barbarie protagonizado por Eugenioy sus bizarros muchachos, cuando en su calidad de alcalde de Achacachi, sin mediar razón alguna, pasaron a degüello a tres indefensos canes, en frente de las cámaras de televisión, dizque, como advertencia a los integrantes de la “media luna”. Estas imágenes dieron la vuelta al mundo, mostrándonos como unos crueles cavernarios.
Aquella manida especie de que el tiempo lo cura todo y se encarga de meter en las gavetas del olvido, aún aquellos actos de mal comportamiento que harían estremecer hasta a los más fieros ejemplares de la raza animal, ha quedado totalmente desvirtuada por este inenarrable acto de salvajismo, pese a los siete años que ya han transcurrido, desde ese abominable acontecimiento.
Hoy, el canicida se prepara para asumir el tercer cargo más importante del Estado y en una entrevista de prensa declarósuarrepentimiento e hizo público suacto de contrición y enmienda por aquel brutal acto. Se exculpa arguyendo que se encontraba en el palco, como si esa“enorme distancia” que distaba de su asiento a la escena del crimen,y su propia autoridad no hubieran sido suficientes para detener esedegolladero. Empero, si fuese real o ficticia su compunción, tampoco nos olvidamos dela declarada inclinación y afecto de este Torquemada andino, por aplicar algunos métodos de tortura, especialmente a tiempo de obtener la verdad o confesión de un preso.
Los bolivianos debemos estar preparados, y si posible con el testamento bajo el brazo, para el momento en que S.E. y el Vice tengan que renunciar para habilitarse tres meses antes de las elecciones, como manda la Constitución, y/o ausentarse en cualquier momento del país, especialmente ahora que ambos cuentan con veloces y suntuosas aeronaves que, en cuestión de minutos, los pueden transportar a latitudes impensadas. El interinato sería de espanto y brinco y sólo nos restará encomendarnos a San Roque, para no caer en las manos de este engendro salido de la Asamblea y los perros.
