Álvaro Riveros TejadaSe rompe la cadena de mando en Brasil
2013-08-30 - 16:33:07
Utilizando el mismo argumento de nuestras autoridades en la zurra de Chaparina, y para justificar la furtiva salida del senador Roger Pinto de su asilo de 455 días en un cubículo de la embajada de Brasil en La Paz, la presidenta de ese país, Dilma Rousseff ha echado mano a la encantadora muletilla de que “su cadena de mando se ha roto”, procediendo a relocalizar a su canciller Antonio Patriota a las lúgubres oficinas de la embajada de Brasil en las Naciones Unidas en Nueva York. Es del caso aclarar que: toda similitud con nuestra realidad, es una mera coincidencia.
Es pasmosa la fragilidad que caracteriza a las cadenas de mando, tanto militares como policiales, en los países del ALBA. Lo curioso es que una vez rotas éstas, se compongan echando al basurero a los mandos medios y de apoyo y premiando a los responsables directos del estropicio, con un cargo diplomático que en el mejor de los casos radique en el corazón del imperio, como la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York. Quizás sería más ético y estético mandarlos a Cuba o a Venezuela, países que se constituyen en la nave nodriza del Foro de Sao Paulo, donde puedan tener la oportunidad de recapacitar y enmendar sus errores.
Volviendo a nuestro tema central, nos causa extrañeza que tal trato discriminatorio haya recaído sobre el encargado de negocios de dicha misión, Don Eduardo Saboia, que fue el pato de la boda en este entripado, siendo el único funcionario que se portó como un verdadero “patriota” en ese difícil trance, echando de lado toda consideración inmediatista (léase oportunista o acomodaticia) hizo prevalecer ante todo y sobre todo su calidad humana y su más amplio sentido de solidaridad cristiana. “Como católico practicante, en medio del llanto ha dicho que “oyó la voz de Dios” para sacar a Pinto de la embajada. Yo no podía tolerar que un ser humano, preso en un cubículo contiguo a mi oficina, a más de sufrir los rigores de un injusto encierro, deba ser condenado a la más indecible soledad, gracias a las determinaciones emanadas por un patriota brasilero que dispuso suspenderle las visitas”.
Saboia añadió que: “fue comunicando a Itamaraty, a través de más de 600 mensajes de mail, sobre el franco deterioro que sufría la salud de Pinto y la necesidad de asumir medidas de contingencia, como la de trasladar al asilado a la residencia de la embajada, a una clínica o finalmente al propio Brasil. En más de dos oportunidades estuvo en Brasilia para alertar de lo ruin de la situación y la presión que recaía sobre sus hombros, que cada vez se hacía más insostenible. Sin ser médico o psiquiatra decidió tomar esa decisión, ya que los propios médicos bolivianos certificaron que el peligro que corría el grave estado de depresión de Pinto, podía desembocar en un acto suicida”.
