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Marcelo Ostria Trigo

El populismo en su laberinto


2013-08-28 - 21:20:53

Un objetivo alcanzado recientemente por el neopopulismo, es haberse expandido por varios países de América Latina, conformando, además, la Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina (ALBA), integrada por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, y las islas caribeñas Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas, en cuyo manifiesto se afirmó que buscan "liberarse del intervencionismo extranjero, la sumisión a mandatos imperialistas y construir una base económica socialista". Hugo Chávez reafirmaba: “el objetivo es la independencia, la vía la revolución y la bandera el socialismo”.

Pero hay contradicciones evidentes: chavismo y castrismo, tienen  divergencias ostensibles. La constitución “bolivariana” de Venezuela, impuesta por el gobierno de Hugo Chávez, y las nuevas cartas constitutivas de Bolivia y Ecuador, en varios puntos difieren de las leyes y las prácticas cubanas; la venezolana reconoce que “Todos  los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de asociarse con fines políticos” (Articulo 67º). Asimismo, por lo menos formalmente, establece que “La comunicación es libre y plural” (Artículo 53º).  Pero en Cuba, el Partido Comunista en el poder, es la única organización  política legal, con el argumento de que es la«vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista» (artículo 5º de la Constitución de la República de Cuba).

Tampoco el gobierno castrista admite la libre circulación de medios de difusión independientes.

Estas diferencias también se advierten en las cartas constitutivas de Nicaragua, Ecuador y Bolivia, aunque esto de las libertades se haya incluido a regañadientes de los populistas.
Lo que sí une a castristas y populistas es su empeño en continuar indefinidamente en el poder.

En este mismo sentido, hasta hace poco, marchaba el gobierno de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner –una parlamentaria oficialista, sin duda con el consentimiento de la presidente, abogaba por una “Cristina eterna”. Pero esta corriente se ha diluido por los resultados de las recientes elecciones primarias obligatorias. Es que eso del poder sine die, es una utopía –ciertamente, una mala ilusión que, al final, termina también mal.

Cuando se advierte la realidad de la finitud de un experimento político, es difícil para sus sostenedores imaginar el desenlace. En la Argentina, no obstante,  hasta los oficialistas ya vienen hablando del cercano e inevitable final.
En Venezuela, la fragilidad del chavismo sin Chávez, sin atinadas salidas a la vista para encarar una difícil y explosiva situación económica y política, y con un cuestionado liderazgo, muestra de que el experimento populista está agotado. El ecuatoriano Correa, continúa en su laberinto de afirmaciones y contradicciones y, hasta ahora, no ha logrado restituir para su país la facultad de emitir moneda propia: En Ecuador la  moneda oficial es el dólar ‘imperialista’. El sandinismo nicaragüense no tiene perspectivas de expandirse y sufre problemas de legalidad por la forzada reelección del comandante Daniel Ortega.

Tampoco son buenas las perspectivas económicas a mediano plazo para el neopopulismo indigenista de Bolivia.

Más que una predicción, el inexorable fin de una etapa en la vida de los pueblos es una constante. Y,  en  estos casos, se  comprueba que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo  que lo resista”.

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