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Álvaro Riveros Tejada

Las aguas benditas del Mamani


2013-08-14 - 11:41:07

No cabe duda que las crisis son verdaderas oportunidades, develan la capacidad de reacción que se tiene frente a ellas y exigen el temple para resolverlas. Desde la “nacionalización de nuestros recursos naturales” no hubo día en que no se nos recuerde que el agua es un derecho básico, individual y colectivamente inalienable, que en el año 2010 fue reconocido por las Naciones Unidas como patrimonio vital de la humanidad. Sin embargo, con semejante cantidad de títulos y virtudes, el agua sigue brillando por su ausencia en extensas zonas de nuestra capital, donde vemos con espanto un enorme número de vecinos del distrito 13 y de Cotahuma, entregados a la ardua tarea de bloquear las vías de ingreso y salida de la ciudad, en demanda del líquido elemento.

A varios años de esa fiebre nacionalizadora sentimos, con resignación de ovejas violadas, cómo los paceños no nos opusimos a la estatización de Aguas del Illimani, una medida demagógica, esencialmente  política y maquillada como descolonizadora, que tuvo como principal objetivo proyectar hasta el Ministerio de Aguas a un Sr. Mamani, por entonces presidente de las juntas vecinales del Alto, y luego Play Boy andino exhibicionista, méritos suficientes para estampar su apellido en la empresa que nacía a la libertad. El resultado final de su hazaña fue  liberar a la empresa francesa de su responsabilidad de administrar y dotar de agua a la ciudad de La Paz y El Alto, y transferirla a manos del  Estado que, hasta nuestros días no ha logrado solucionar esos problemas de abastecimiento.  

Aún yace en nuestra memoria la última calamidad que se vivió en esa empresa ya estatal, al tratar de resolver la ruptura de una conexión en Hampaturi, que provee de agua a media La Paz. En dicha ocasión, como producto de las intensas lluvias caídas en esos días, que ocasionaron un deslizamiento y el consecuente corte de la provisión de agua, fueron nada más ni menos que 25 las zonas afectadas y más de 200.000 los habitantes perjudicados.
 
Hoy el problema radica en el incumplimiento de un compromiso firmado el 2007 y refrendado el 2009, entre las autoridades de EPSAS y del Ministerio de Medio Ambiente y Agua para construir una nueva represa de agua, una planta de tratamiento y la instalación primaria de redes de suministro. Dicho proyecto, denominado “Chuquiaguillo”, demanda una inversión de 42 millones de dólares, que ya habrían sido otorgados por la Corporación Andina de Fomento, sin embargo, a pesar de ello, no se vislumbra una solución inmediata.

Lo curioso es que, una vez que las empresas transnacionales se fueron y en su lugar llegaron los administradores criollos, no se percibe solución alguna para el suministro de agua. Por el contrario, aquellos que utilizaron a la empresa para erigir sus pedestales de la Agenda de Octubre, desaparecieron al igual que el líquido elemento. Sería interesante convocarlos ante la actual carestía, para que con el mismo valor, coraje y gallardía que observaron a tiempo de ocupar y desalojar a los franceses, como los vietcongos en Dien Bien Phu, ataquen a los actuales burócratas y decidan de una vez normalizar el suministro a la población de las tan esperadas aguas benditas del Mamani.

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