Marcelo Ostria TrigoCumbritis
2013-02-13 - 19:50:57
Los tiempos cambian y las sociedades se transforman, a veces paulatinamente y a veces con apresuramientos revolucionarios. Estos cambios, como es de esperar, se producen también en las relaciones internacionales. Esto se ha reflejado últimamente en la creciente tendencia a una “cumbritis”, es decir a convocar, con innecesaria frecuencia, a jefes de Estado, lo que –como ya lo señaló Álvaro Vargas Llosa– satisface a algunos caudillos populistas afanados en mostrarse que están en “en el candelero”, en el poder…
Las cumbres o encuentros de jefes de Estado, que antes constituían la última instancia para llegar a coincidencias y acuerdos, se han convertido en foros de discusión en los que, como ya ha sucedido, pueden producirse serios desencuentros y lanzarse agravios que, al provenir de encumbrados personajes, son difíciles de solucionar. Esto también surge del afán de los caudillos de hablar de todo con preocupante improvisación, cuando se requiere prudencia, sensatez y, sobre todo, eficiente manejo profesional. Y, por supuesto, cuando la demasía se pone de manifiesto, se hace cierto aquello de que “el que dice lo que quiere, oye lo que no quiere”.
Como secuela lamentable del reciente encontronazo de los presidentes de Bolivia y Chile en cumbre CELAC-UE, las ideas e interpretaciones contradictorias sobre la mediterraneidad de Bolivia fueron acompañadas de declaraciones innecesariamente agresivas de muchos altos funcionarios y políticos bolivianos y chilenos. Hablar claro, pero refrenándose en la forma, cuando se trata de asuntos de esta importancia, resulta necesario, sensato y prudente. Esto, nuevamente no ha sucedido. Y se dio lugar, por ejemplo, a enérgicas declaraciones, como la de una funcionaria que afirmó que a Chile, mientras no nos “devuelva” el acceso al mar, no le vamos a dar “ni agua”. ¿Esto nos acerca a la solución del problema?
Pero las cosas fueron de menos a más. El presidente Piñera también se embarcó, a sabiendas, en una inexplicable inexactitud cuando afirmó, junto a su machacona advertencia de que defenderá la soberanía de su país –que no está amenazada–, que Chile nunca estuvo dispuesto a ceder a Bolivia una salida soberana al mar. La historia lo desmiente; debió recordar 1950 y 1975.
Por si todo esto fuera poco, un grupo de grumetes chilenos, en unos cánticos militares, llegó a lo injustificable y a lo tonto.
En este camino los entendimientos se alejan, desgraciadamente en detrimento de las deseadas soluciones. Así, el tiempo va cambiando, para peor...
