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Alejandro A. Tagliavini

La próxima guerra de Malvinas


2012-11-15 - 23:08:20

Carmelo Titirico, del Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) que agrupa a comunidades de indígenas bolivianos aymaras, informó que amputarán las manos a ladrones reincidentes y castrarán químicamente a violadores flagrantes, enmarcados dentro de la "justicia comunitaria" originaria, consagrada en la Constitución promulgada por Evo Morales. Ahora surge claro por qué, algunas tribus, se mantienen tan primitivas, es que la violencia va contra la naturaleza, destruye.

La violencia es, en todo sentido, la corrupción. Evo afirma que su patrimonio creció gracias "a los ponchos regalados" por el pueblo. Ahora es verdad, como dijo una oficialista, que su patrimonio todavía es “muy escaso respecto al de otros presidentes”. Es que, a diferencia del mercado donde las transacciones surgen del acuerdo entre las partes, precio de por medio, la coacción del Estado -que se arroga el monopolio de la violencia- es decidida arbitrariamente por los políticos y la parte coaccionada, insatisfecha, queda tentada a sobornar. Así, no sorprende que el ex jefe de gabinete del brasileño Lula, fuera sentenciado a casi 11 años de prisión por corrupción. Sorprende que no ocurriera con muchos más funcionarios.

Más de 160.000 asesinatos se produjeron en Venezuela desde 1999 (sin invasiones ni guerras), es el resultado de la violencia estatal. Es que la coacción del Estado impide el desarrollo del mercado provocando miseria, marginación, desocupación, tráfico de drogas, etc., multiplicando el delito que resulta funcional al gobernante ya que atemoriza a la población y promueve el despliegue de fuerzas armadas que, por cierto, ganan terreno respondiendo al gobierno.

Guste o no al racionalismo, existe una naturaleza que tiene un orden maravilloso que debe respetarse. El sol sale todos los días, la ley de la gravedad no deja de regir, el sexo es para procrear y continuar la especie y muchas cosas. Y la moral es esa adecuación del hombre a las reglas naturales de supervivencia y continuidad que lo hacen útil y feliz. Lo inmoral, entonces, dice la filosofía desde los griegos, es la violencia que se define, precisamente, como aquello que pretende coactivamente torcer el desarrollo natural espontáneo de las cosas.

Así, inmoral es violar las reglas del mercado natural. Si un Estado, por caso, acuerda libremente tomar deuda a cambio de un pago determinado, debe respetar esa naturaleza pacífica, ese acuerdo voluntario. Precisamente a raíz de una deuda impaga del Estado argentino, el buque escuela de su armada, la fragata Libertad, fue confiscada en el puerto ghanés de Tema por un reclamo del fondo de inversión NML Capital. Pero el barco, ocupa demasiado espacio y la intención del puerto era remolcarla a un kilómetro. Cuando los funcionarios intentaron acceder a la nave los marinos apuntaron sus armas. Además, el gobierno argentino, dijo que denunciará a Ghana ante el Tribunal Internacional del Mar.

Pareciera que Argentina, como durante el último gobierno militar que utilizó la guerra de Malvinas para exaltar el chauvinismo –imponiéndose violentamente a los habitantes de las islas- para tapar su fracaso económico (es que la coacción, la violencia sobre el mercado destruye, ¡qué otra cosa!), quiere exaltar el nacionalismo para esconder que, si el país anduviera razonablemente bien, la deuda sería irrisoria y podría pagarse, cumpliendo el mandato moral.

*Miembro del Consejo Asesor del Center o­n Global Prosperity, de Oakland, California

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