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Marcelo Ostria Trigo

¿Otra oportunidad perdida?


2012-09-05 - 21:54:53

Hace poco más de un año, los presidentes de Chile, Colombia, México y Perú emitieron una declaración dando a conocer que, a iniciativa del entonces presidente peruano Alan García Pérez, resolvieron conformar una Alianza –la del Pacífico– para “alentar la integración regional, así como el mayor crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de sus países”, y se comprometieron a “avanzar progresivamente hacia el objetivo de alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”.

El pasado 6 de junio, en el desierto de Atacama, la Alianza fue constituida formalmente, con la firma del tratado fundacional, por  los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, de Colombia, Juan Manuel Santos, del Perú Ollanta Humala y de México, Felipe Calderón. Son observadores Costa Rica, Panamá y Uruguay.

La concreción de la iniciativa del presidente peruano, acogida con entusiasmo por los países ahora integrantes de la Alianza, no solo responde a un afán integracionista. Hay, por supuesto, una clara definición política: crear un contrapeso al Mercosur, integrado por Argentina y Brasil –las mayores economías de América del Sur– y por Paraguay y Uruguay.

El nacimiento de la Alianza coincide con un Mercosur en crisis. Crisis que no solo tiene que ver con la arbitraria suspensión temporal del Paraguay como miembro del grupo, sino por los obstáculos y restricciones de Argentina a las importaciones de su socios y a las otros países, incumpliendo las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Ya Estados Unidos, Japón, México y la Unión Europea, entre otros, han demandado al gobierno de Cristina Kirchner ante ese organismo internacional.

Pero es más: en Uruguay, miembro pleno del Mercosur –ahora observador de la Alianza–, crece el malestar, puesto que se pensaba “que el Tratado del Mercosur, que implicaba la libre circulación de bienes y servicios (…) iba a ser respetado… No fue así; trabas arbitrarias, discrecionales, persistentes o de cualquier otro tipo que se pudieran inventar, fueron lanzadas en catarata interminable por el Gobierno argentino… (que) fueron asfixiando a las empresas uruguayas y plantearon un horizonte de incertidumbre al futuro laboral de sus trabajadores… Lo que corresponde hacer ya y rápido, es buscar alternativas…” (Editorial. El País, Montevideo. 02.09.2012).

La Alianza, obvio contrapeso a un problemático Mercosur, está integrada por países que, en conjunto, tiene una extensión de 5.144.603 km2, con 207.417.729 habitantes. Genera el 35 % ciento del PIB de América Latina y más de 55 % de las exportaciones de la región. La Alianza ofrece, como afirmó el canciller peruano Rafael Roncagliolo, “una plataforma atractiva de proyección hacia el Asia”.

Bolivia comparte las cuencas del Amazonas y del Plata y una extensa porción de su territorio gravita hacia el Atlántico. Pese a que hay una historia de activo intercambio con Brasil y Argentina, no es miembro del Mercosur –solo es asociado. Otra parte de nuestro territorio –la occidental– está más cerca del Pacífico. Por ello, el país es miembro de la Comunidad Andina, ahora menguada, pues dos de sus cuatro miembros, Perú y Colombia, integran la Alianza del Pacífico.

¿Para la concreción de esta Alianza, se convocó a Bolivia? Parece que no. Podría ser que los participantes tuvieron en cuenta la índole pendenciera y la falta de confianza que proyecta el actual régimen.

Otra oportunidad perdida por la ceguera neopopulista.

A veces, los trenes que perdemos no vuelven...

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