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Armando Méndez Morales

Estado plurinacional y autonomías: el mismo conflicto


2012-08-07 - 23:38:57

La bandera política de las élites cruceñas es y ha sido la autonomía. Intención que parece haber perdido fuerza en los últimos años, pero siguen adelante sus fuerzas empresariales que saben que tienen que hacer lo que quieren los mercados. Con realismo aceptan que tienen que negociar y armonizar sus intereses económicos con el “modelo económico plural” estipulado en la Constitución Política de Estado, porque implica la presencia directriz del estado sobre la economía, y que el MAS está llevando adelante

La élite económica cruceña entiende muy bien lo que es la política, la actividad de “toma y daca”. Toda élite en cualquier parte del mundo tiene por propósito participar y gestionar el poder ya sea político o económico, o ambos.
En este escenario, los empresarios que hacen negocios y con cuya actividad se crea riqueza y empleo para la gente aprenden que cuando el estado participa activamente sobre la economía tienen necesariamente que vincularse al poder político para garantizar el éxito de sus proyectos empresariales. No lo hacen por vocación política sino por necesidad económica.  Otros juegan en ambos ámbitos porque saben que de esa manera se aseguran mejor sus intereses.
Ejemplo, detrás de la imposición de aranceles a la importación de productos están los empresarios nacionales que precisamente producen esos productos y no quieren competir con el exterior, para de esta manera asegurar mayores ganancias.

Las sociedades más politizadas, como la boliviana, incentivan a los empresarios formales e informales a la participación política porque aprenden que en esta instancia se decide quienes pueden ser exitosos y ganadores y no como consecuencia fundamental de su rol en los mercados.

Tradicionalmente en Bolivia las élites económicas se han movido al amparo del estado, comportamiento que en algo se redujo en el denominado periodo “neoliberal”.

Siempre con la idea de que la política es lo fundamental, en Bolivia, unos tempranamente propusieron como régimen político las autonomías departamentales con el propósito y creencia que sería más fácil y eficiente atender los requerimientos de las élites económicas, en cuestión. Los autonomistas siempre se han quejado del centralismo de La Paz, en el entendido que desde aquí no se atendía bien a los intereses de las élites económicas departamentales. Los estatutos autonómicos aprobados son proclives intensamente al intervencionismo estatal regional sobre la economía.
 
Al momento de aprobarse la nueva constitución, los representante del MAS, salieron con algo que no parecía que fuese un planteamiento serio, pero que al fin se impuso, el “Estado Plurinacional”, incluso luego con la aprobación ilegal de la oposición en el Congreso Nacional, que ya ha sido calificado como Absurdistán. Luego vino el referéndum con lo que se legitimó todo. Detrás de este planteamiento, otra vez, está la idea de que lo fundamental en la vida de los pueblos es la política. ¿Qué mejor reconocimiento a pueblos de que son naciones, si se les reconoce constitucionalmente  “dominio ancestral sobre sus territorios”? Como consecuencia de esta vaga determinación viene el “uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en su territorio”, la garantía para el funcionamiento de sus instituciones políticas, sociales y económicas, el derecho a la libre determinación, con autogobierno y autonomía. El problema que deja latente la constitución política del Estado es que no especifica cuáles son las supuestas naciones que conviven en Bolivia ni tampoco cuales son sus territorios. Lo que establece con claridad es que en Bolivia se hablarían 37 lenguas.

Convencidos de que Bolivia está constituida por muchas naciones la Constitución Política determina que estas deben ser consultados de acuerdo a sus propias instituciones cuando alguien (gobierno central) “prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles”, en particular cuando se trate de la explotación de recursos no renovables (minería e hidrocarburos)

Por lo indicado en Bolivia, cualquier grupo social puede en cualquier momento reclamar el status de nación, con el argumento de que tiene una identidad cultural, una misma cosmovisión, instituciones propias, democracia propia, justicia propia (comunitaria) y que ocupa un espacio territorial. Esta concepción está detrás del conflicto del TIPNIS.

El denominar a Bolivia como un Estado Plurinacional, que conlleva a las autonomías gubernamentales a diferentes niveles, no asegura el desarrollo económico del país y menos su unidad. Son posiciones ideológicas que insisten en el rol protagónico de la política sobre la economía. Constata que la política es la actividad del privilegio, de la que todos aspiran en beneficiarse, para lo cual es importante el grupo social y no la persona individual.

La Paz, 7 de agosto de 2012

* Miembro de la Academia de Ciencias Económicas de Bolivia

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