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Carlos Rey

Tornaviajes que cambian la historia


2012-07-15 - 22:40:57

Un mensaje a la conciencia
A principios del siglo XVI sucede algo que cambiará la historia de tres continentes —señala el historiador y filólogo nicaragüense Carlos Mántica—. Fernando de Magallanes, navegante portugués al servicio de Carlos I de España, toca por vez primera lo que bautiza como Archipiélago de San Lázaro. [Y] Sebastián Elcano, su sucesor, retorna ante el rey con un cargamento importante de especias que despierta un gran interés en la corte española.

A lo largo de cuarenta y cinco años, se emprenden viajes cuyo objetivo central será llegar a las islas de la especiería y descubrir la mejor ruta de regreso, o tornaviaje. Andrés Niño fracasa en 1520, y Sebastián Elcano muere en 1525 buscando la ruta de regreso después de sufrir grandes pérdidas.

Por tantos fracasos, se suspende temporalmente la búsqueda del tornaviaje, buscándola en el futuro por la vía de México. El 21 de noviembre de 1564 zarpan las naves mexicanas. Nuevas islas son descubiertas. El archipiélago de San Lázaro es ahora rebautizado Filipinas en honor del Rey Felipe II [y se] funda la ciudad de Manila.... El 1 de junio de 1565 emprenden el regreso, y veinte días después logran avistar las costas de California para llegar por fin a Acapulco a principios de octubre.

Establecida la ruta del tornaviaje se daba principio a la ruta comercial más larga en la historia de la navegación: desde 1565 hasta la Independencia de México. Las Molucas, la India, China y el Japón tendrán igualmente una injerencia decisiva en el comercio entre Filipinas y la Nueva España, con sus productos altamente codiciados.

A la ruta de la China debemos artículos que hoy consumimos normalmente olvidando su origen. Hablo de algo tan vital como el arroz, tan común como el mango, tan fino como el té, o tan rico y saludable como el tamarindo. Fue por este medio que especias como la pimienta, el jengibre, la canela y el clavo de olor se convirtieron en elementos comunes de la cocina nicaragüense.

La porcelana nos llegaba convertida en bellas vajillas, los platos de la china.... textiles como los damascos, el satín pequinés... y los algodones; las alfombras persas y los tapetes importados por la ruta de la India; las medias de seda y los mantones de Manila....

A tanta riqueza se suma la migración de personas que en México incluyeron a la casi legendaria China Poblana, y la de aquellas mujeres que por alguna razón fueron preferidas en Nicaragua como nodrizas y que seguimos llamando chinas....

Durante casi tres siglos, regiones tan apartadas de tres continentes estuvieron unidas por esta nueva ruta.1

A diferencia de los exploradores de antaño de quienes nos cuenta Mántica, Dios no tuvo que descubrir la mejor ruta de regreso al cielo luego de enviar a su Hijo Jesucristo al mundo para que se hiciera hombre, muriera por nosotros y resucitara al tercer día. El Padre celestial ya había dispuesto que su Hijo ascendiera al cielo y volviera a su lado a fin de interceder por nosotros desde la gloria, y que el Espíritu Santo descendiera a este mundo y viviera en nuestro corazón a fin de guiarnos a toda la verdad y de interceder por nosotros conforme a su voluntad.2 Es que Dios sabía que ese tornaviaje de su Hijo podía cambiar la historia no sólo de esos tres continentes sino de todo el mundo que lo reconociera como su Salvador y su Señor.
___________________
1Carlos Mántica, Entorno histórico de El Güegüence, en Baile de El Güegüence o Macho Ratón (Managua, Nicaragua: Editorial Hispamer, 1998), pp. 35-36.
2Jn 16:5-13; Ro 8:26-34

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