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Alejandro Villegas Campero

Cuando Dios te da algo y no sabes guardarlo


2012-04-04 - 01:38:21

Dios había escogido a Salomón para que sea el Rey de Israel y que le construyera su primer Templo, que grande privilegio. Cuando era joven asumió el máximo cargo que Dios le permitió, ser Rey: “Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron la trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡¡VIVA EL REY SALOMON !!!”      1 Reyes 1:39.

Algo más ocurrió, demasiado hermoso:“ Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé” 1 Reyes 3:1-5.

Lo que quieras, esto es maravilloso, Dios dejando que él pueda pedirle lo que quiera, wau!, pero ¿Por qué le permitía a Salomón este privilegio?.
Sabes Dios estaba probando su corazón, lo que él pensaba y deseaba, y pasó la prueba: “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” 1 Reyes 3:9

Y ¿Qué pensó Dios de esta petición para los demás?: “Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.  Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días” 1 Reyes 3:10-13.

Salomón fue el hombre más sabio que existió, exceptuando a nuestro Señor Jesús; la Biblia narra en forma brillante la fama de esa sabiduría (corazón entendido), aún, como venían de otras naciones. La Biblia menciona como la Reina de Saba después de escuchar la sabiduría de Salomón, de ver como era el templo y su palacio, como los que le servían tenían sus vestiduras y la forma en que eran tratados; dice que quedó impactada, porque era más de lo que habían escuchado, que maravilloso!.

Pero ¿Qué pasó con Salomón, después? porque lo que hacia o permitía hacer no iba conforme a los mandamientos de Dios, veamos: “Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David” 1 Reyes 11:3-4.

¿En qué momento cambió lo que él Dios Todopoderoso le dio? “Corazón entendido”, entiende esto que “CUANDO DIOS TE DA ALGO Y NO SABES GUARDARLO”, eso fue lo triste que le ocurrió, empezó a utilizar su sabiduría para averiguar que le pasaba al hombre cuando tomaba las cosas que Dios le dijo que no:  “Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él” Eclesiastés 1:13

“Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia. Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu” Eclesiastés 1:16-17

Lo que no debía hacer, ni tú tampoco:
1) “Y di mi corazón”. No des tu corazón (pensamientos) a pensar cosas que son pecado y que te arrastrarán a tener deseos de averiguar como es, aún cuando veas no te dejes atraer por malos pensamientos: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”  Mateo 15:19

2) “Hablé yo a mi corazón”. No empieces a hablar en tu mente, como será, porque terminarás haciéndolo y como Eva, que después que codició el árbol: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Génesis 3:6

3) “Y dediqué mi corazón”. Peor si cada vez lo haces, no podrás salir de eso porque algo terrible pasará en tu interior: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,
Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” Romanos 1:28-32

Salomón no sólo lo hizo en su corazón sino con su cuerpo: “Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida. Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. Entonces dije yo en mi corazón:
Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol MI SABIDURIA. ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande. Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad. No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo? Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.” Eclesiastés 2:1-26.

Salomón y tú llegarán a la misma conclusión, si hacen lo mismo: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.” Eclesiastés 7:29.

Examina tu vida delante de Dios y sé temeroso, huye del pecado porque su fin es muerte. Entiende “CUANDO DIOS TE DA ALGO Y NO SABES GUARDARLO”,  dirás estas palabras: “Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.” Eclesiastés 9:18.

Salomón dijo sus últimas palabras al terminar el libro de Eclesiastés: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.” Eclesiastés 12:13-14.

Que Dios pueda utilizar este mensaje para tu vida y te afirmes porque  nuestro Señor Jesús viene pronto.

Que Dios te bendiga hoy, mañana y siempre.

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