El socorro, como una petición, es un clamor urgente y muchas veces desesperado por conseguir ayuda, cuando alguna dificultad aplastante amenaza con destruirnos, imposibilitando que continuemos adelante sin recibir una eficaz ayuda.
El socorro como acción es el auxilio que alguien puede ofrecer conforme a sus conocimientos o posibilidades. En Dios es la eficaz y perfecta ayuda, otorgada, sin condiciones, auxilio oportuno que nunca falla en medio de nuestras tribulaciones.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”
Salmo 46:1
Socorro eterno y poderoso, que cubre como una sombra y sustenta el alma que a El se apega, librándola de la destrucción del maligno y de quien persiga la vida de sus santos.
“Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido”
Salmo 63: 7- 8
Como no proclamar entonces, con plena certeza, que tenemos un gran ayudador en Dios, quien nos socorre de cualquier daño o mal que el hombre quiera hacernos, como lo declara su Bendita Palabra.
“De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” Hebreos 13:6
Dios en su misericordia, siempre se acuerda de socorrer a sus siervos, en el tiempo de mayor necesidad y angustia, Él no quedará indiferente, ni detendrá su mano para ayudar como tal vez el hombre lo haría.
“Socorrió a Israel su siervo. Acordándose de su misericordia”
Lucas 1:54
Muchas veces y en circunstancias desesperantes, nuestra mente tiende a buscar en los medios humanos, aquello que solo en Dios podemos conseguir, socorro oportuno y preciso que sobrepasa lo natural. Esa sobrenatural ayuda que aún nos capacita para hacer grandes proezas en medio de las más crueles amenazas.
“Danos socorro contra el adversario, porque vana es la ayuda del hombre. En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos”
Salmo 108 12-13
Dónde más entonces podríamos acudir por ayuda, sino sólo a Dios, porque Él es aquel que piensa en nosotros en el día de la aflicción y la necesidad. Fiel ayudador y libertador, a quien nuestra alma debería aprender a clamar de continuo.
“Quieras, oh Jehová, librarme Jehová apresúrate a socorrerme. Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú Dios mío no te tardes”
Salmo 40:13 y17
Así es, porque como cántico de alabanza será para nosotros el socorro recibido de Dios, en aquellos días de peligro cuando el lazo de muerte y destrucción se rompa en su Nombre, para librarnos cual aves cuando escapan del lazo de los cazadores.
“Bendito sea Jehová, que no nos dio por presa a los dientes de ellos, nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazó y escapamos nosotros. Nuestro socorro está en el nombre de Jehová que hizo el cielo y la tierra”
Salmo 124:6-8
Precioso y oportuno socorro que un alma cautivada por Dios debería buscar y, en tiempos de dificultad, solo debería esperar el socorro de su Señor, aquel Dios Poderoso que hizo los cielos y la tierra.
“Alzaré mis ojos a los montes ¿De dónde vendrá mí socorro? Mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra”
Salmo 121:1
Dios Fuerte y lleno de misericordia que se compadece continuamente de nuestras debilidades, Dios Omnipresente, pendiente por ayudarnos si tan sólo creemos.
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”
Hebreos 4:15-16.
Dios te bendiga, hoy mañana y siempre.
Pastor Iglesia Paraíso de Fe
La Paz
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