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Álvaro Riveros Tejada

¡Bolivia se nos muere!...


2012-01-09 - 19:08:24

Nadie en su sano juicio habría pensado que semejante sentencia pronunciada hace más de un cuarto de siglo por Victor Paz  Estenssoro, a tiempo de emitir el D.S. 21060, se tornaría en  premonitoria antes que en una simple metáfora apropiada al tiempo crítico que se vivía al instante de su enunciación. Si ese ilustre estadista hubiese manifestado que la “república” se moría, en lugar de Bolivia, hoy estaríamos exaltando su afirmación como un indiscutible acto de clarividencia.

A escasos días de celebrar la creación del Estado Plurinacional, una entelequia conformada por más de 36 naciones y 58 etnias (menos mestizos, para efectos del censo poblacional) debemos convenir que es también apropiado que muchos bolivianos recordemos la muerte de la República de Bolivia que sin tantos ambages comprendía, sin exclusión alguna, a los estantes y habitantes de los 4 puntos cardinales de la nación.

Lo dramático de esta realidad es que la liquidación de la república ha dado origen al nacimiento de un estado preñado de naciones que, antes de constituirse en un factor aglutinante para los bolivianos, nos ha desunido como nunca antes en la historia. Para justificar su creación se ha redactado y aprobado una constitución que enreda y confunde aún más a los bolivianos y entorpece las labores de sus propios gestores con una serie de normativas diametralmente opuestas a la marcha de un país moderno hacia su desarrollo, relegándolo a los tiempos precolombinos.

A esta suerte de acontecimientos se ha sumado una política exclusionista de parte del estado, donde muchos integrantes de la antigua república, como Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando han sido excluidos o ignorados simplemente. Si hace seis años se los tildaba de separatistas, ahora han sido separados de facto, ya que no clasifican ni para la conformación de los mandos medios de la administración central del estado plurinacional. Eso sí, su enorme contribución económica en lo tributario y alimenticio debe ser puntual y sin ninguna demora.

Bajo esa óptica, son pocos y nada halagüeños los resultados que deberíamos esperar de este experimento que comenzó hace seis años, y muy por el contario tendremos que repetir en forma autista la sentencia pazestenssorista de que una vez que la república ha muerto, posiblemente Bolivia corra la misma suerte.

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