PresentaciónTurísmoBlogshoybolivia | FacebookJuegosRSSYoutubeTwitterMóvil
Viernes 19 de abril 2024 Contacto
InicioPortadaDestacadasEspecialesBoliviaTemas
CuriosidadesEspectáculosArte y CulturaHoy EventosMujer

           
Dante N. Pino Archondo

La derrota del MAS en las urnas y en las calles


2011-10-16 - 23:14:52

Tratar de entender lo que ahora está sucediendo en Bolivia, sin previamente clarificar lo sucedido en Octubre de 2003, lleva, como a muchos, a creer que todo el proceso posterior ha sido de un cambio permanente, a tal punto, que hemos pasado del empate catastrófico al punto de bifurcación y de ahí al afianzamiento del proceso de cambio, irreversible, según su mentor.

Pero la realidad es testaruda (Lenin) y no tiene compasión con los soñadores ni sus sueños, incluida la grandeza, producto del uso diario que da el poder. Y eso es precisamente lo que golpea hoy día en el rostro de los ideólogos del cambio. Todo lo actuado ha sido puesto en papel, nueva Constitución, migración de contratos petroleros, agrandamiento del Estado empresario, transformación del Estado Colonial y empoderamiento de los Sindicatos en el gobierno. Pero nada de esto tiene correspondencia con la realidad.

Y es que ahora, cuando la historia descorre de a poquito lo que sucedió en octubre de 2003, que la ciudadanía comienza a tener conciencia de los verdaderos intereses que financiaron y produjeron ese alzamiento delincuencial, usando al pueblo como escudo.

Con todas sus imperfecciones, la democracia entonces tenía sentido. Bolivia caminaba con oportunidades de inserción social y económica al ritmo de las difíciles inversiones de riesgo, y de un programa, que el 2002, se trazó la meta de agrandar la infraestructura productiva, conexiones domiciliarias de gas, carreteras vinculantes entre centros de producción y consumo, vivienda social y lo más importante inclusión de sectores sociales al mercado, donde sus oportunidades económicas se expandían. En octubre de 2003, la ciudadanía reclamaba participar del sistema, no atacarlo ni destrozarlo. El descontento no era de contenido anticapitalista, especialmente en El Alto, donde el sistema se reproduce en el marco de la ilegalidad y donde el negocio está por encima de la política.

Todo esto se confundió, por esos grupos corporativos sindicales, vanguardizados por los cocaleros, envueltos en discursos preparados por o­nG que les mostraban como actores del cambio. Llevando a pensar al ciudadano que se terminó la era de la explotación capitalista y se avizoraba el amanecer de un socialismo indefinido. El proceso de la capitalización se mostró como el rostro de intereses imperialistas y a Evo Morales como el ícono del proceso de cambio.

Es decir se intercambió a un verdadero proceso económico y social, por una figura con rostro aimara.

Las masas encandiladas por la figura, antes que por el contenido, votaron por Evo Morales y dejaron en sus manos la construcción del cambio.

Todo lo acontecido desde entonces es un pasar día a día de tumbo en tumbo, de frase en frase y de equivocaciones permanentes, ocasionadas por una lectura caprichosa, de explicaciones sociológicas sin base estructural que pintaron con los colores de la wipala lo que terminaron por llamar “el proceso de cambio”.

Bolivia ha retrocedido, desde su propio nombre, hasta el colmo de estar importando alimentos por más de trecientos millones de dólares. La base productiva nacional se ha debilitado a tal extremo que la dependencia alimentaria comienza a convertirse en otra cadena de sujeción externa.

De las contradicciones se ha pasado a las confrontaciones. Estas han tenido como respuesta la persecución política envuelta en procesos jurídicos. Y sin una oposición capaz de promover una sana competitividad político – democrática, el gobierno pensó que todo era suyo y todo lo suyo podía manejarlo como su buen deseo se lo pida.

La confrontación, que inicialmente se mostró como la polaridad entre el neoliberalismo y el proceso de cambio, ha devenido en ser una confrontación entre el proceso de cambio y las demandas sociales que dieron curso a ese proceso.

El desmoronamiento del gobierno, no tiene explicación por el combate que presentó una oposición menguada, dispersa y perseguida, sino por sus propias fuerzas que le reclaman un norte, un rumbo a un proceso que nunca fue claro en explicar por donde quería llevarlos.

Así de la crítica sindical, del apetito burocrático, de la pugna por las pegas, de los espacios de poder se ha pasado al ataque directo, y entonces en vez de disparar a los neoliberales comienzan a hacerlo contra la figura, contra el ícono del cambio. Evo Morales.

Quienes han visto la facilidad con la que se puede ocupar un Ministerio, se sienten ahora más que capacitados para ocupar la silla presidencial.

La soberbia vuelve a entronarse en el Palacio y el grupo que lo ocupa, ha perdido el sentido de la realidad y trata de forzar sus tesis sociológicas y su empecinamiento en seguir hablando de una forma y actuando de otra. Pero ya no tienen audiencia ni credibilidad.

Por eso el MAS ha pasado en cinco años de perder una batalla en las urnas (elecciones judiciales) a perder otra en las calles (TIPNIS) y no le queda si quiere sobrevivir a todo lo actuado, que abrir una nueva Agenda Nacional.

Esta nueva Agenda Nacional no tendrá éxito ni será posible sin el concurso de la oposición, como expresión del polo opuesto que da la energía que se necesita para retomar el camino de la racionalidad. Y para que esta oposición no sea más que otra forma de desvirtuar las cosas, se debe proceder a dictar una amnistía política y jurídica, que le permita a la oposición reagruparse y actuar con sentido de responsabilidad y al gobierno el desarrollo de una política social y económica coherente y segura.

De persistir el gobierno en imponer su visión de las cosas. La oposición sólo debe esperar a que el derrumbe que lo sustenta se desmorone. Esto podrá tardar más, pero será inevitable. Es el gobierno quien pierde en este cuadro de posibilidad. Porque cuando eso suceda, ya no tendrá capacidad para negociar con la oposición sino que deberá colocarse a la defensiva sin fuerzas para frenar el descontento social generalizado.

Por eso el MAS debe ahora convocar a un encuentro nacional precedido de una amnistía política y jurídica, ahora que es cuando tiene algo de fuerza para sentarse en una mesa y exponer su Agenda.

Copyright © Hoybolivia.com Reservados. 2000- 2024
Optimizado para Resolución 1024 X 768 Internet Explorer 4.0, Netscape 4.0, Mozilla Firefox 2.0