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Susana Seleme Antelo

La semántica política


2010-11-14 - 20:38:08

Cuando se habla de proyectos políticos demagógicos, autoritarios y prorroguistas como el del MAS, la palabra se convierte en magia; es decir, la convierten en engaño y engañan la semántica para fines políticos. La semántica vela por la correspondencia entre las palabras dichas, escritas o simbólicas, con  situaciones o conjuntos de cosas que se encuentran en el mundo físico, concreto o abstracto.

La semántica cuida la relación entre los signos -las palabras- y sus significados, principio aquí en extinción, o ya extinguido, en el lenguaje oficialista. Los hombres del MAS hacen una ley contra el racismo y la discriminación, pero actúan con intolerancia, dogmatismo y sectarismo político-religioso, discriminadores e insultantes, dignos de los castigos que en dicha ley se asigna a periodistas, medios y propietarios de medios.

La semántica política es apasionante: apunta a uno de los instrumentos más importantes para lograr el objetivo de todo partido político: la toma del poder, ya que en la lucha política por llegar a ejercerlo, la palabra, el mensaje y el discurso políticos son poderosos instrumentos. Con la palabra se gana adhesiones, se genera emociones, entusiasmos, fidelidad de masas,  agitaciones, confusiones, hasta fanatismos político partidarios, según el buen o mal uso de la semántica. Es decir se puede manipular a las masas según la relación de correspondencia entre los signos y sus significados.

Un ejemplo de  no correspondencia entre ellos, es lo que ha hecho el gobierno  con el significado de la palabra democracia, al reducirla sólo al voto. Hemos votado 7 veces en 4 años, para “consolidar el proceso de cambio” que cambió las reglas y las formas electorales, para que nada cambie, pues ahora, merced al cambio, eliminaron la necesaria alternabilidad política en democracia. Hoy tenemos la reproducción del binomio Morales-García Linera, reproducible hasta 2020, mediante la magia-engaño- de la palabra y la no correspondencia con su significado mayor: la igualdad de todas y todos ante la ley.

El MAS y sus hombres han enredado las palabras para hacer creer que el “proceso de cambio” llevará a sus bases a“vivir bien”. ¿Cuándo? Porque la palabra “proceso” puede no tener límites, ni hitos, ni fechas en el calendario para medir su éxito o su fracaso. A nombre del “proceso de cambio para vivir bien”, a nombre de originarios-indígenas-campesinos el MAS ha desintegrado socialmente al país, puesto en riesgo la seguridad alimentaria y obstaculizado el crecimiento del sector agropecuario y agroindustrial; ha abolido la institucionalidad democrática, la idónea administración de justicia, el respeto a la pluralidad política, a las diversidades y diferencias culturales del tejido social.

Para “vivir bien” hoy, sin esperar un  mañana sin fecha, no bastan los bonos ni que pocos indígenas y campesinos ejerzan algún tipo de poder. La realidad es que 70 % de la población económicamente activa sobrevive en la informalidad, según el Informe del PNUD 2010, y hoy está a merced del alza de precios de la canasta familiar, como en cualquier economía capitalista. Se trata de desempleados, subempleados, marginados y discriminados del mercado de trabajo.¿Un 70 % de bolivianos y bolivianas discriminados del mercado laboral?  Ya podían los masistas haber hecho una ley para erradicar esa brutal discriminación socioeconómica, una de las más fatales causas que produce pobreza, en vez de la tramposa Ley, racista y discriminadora ella misma, porque no respeta la correspondencia entre los signos y sus significados.

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